domingo, octubre 18, 2015

Grandes álbumes: TIM BUCKLEY - Happy sad

Happy sad es el tercer álbum del cantautor Tim Buckley, publicado en 1969. Fue grabado en Elektra Sound Recorders en Los Angeles, California, y fue producido por los ex-miembros de Lovin' Spoonful, Lovin Zal Yanovsky y, coincidentemente, su posterior reemplazo Jerry Yester. A pesar de las tensiones con la discográfica y los productores, Happy sad fue hecho en menos de una semana a base de sesiones nocturnas, y supuso una transición entre el estilo más folk de la primera etapa del cantautor hacia un sonido más complejo, donde las canciones ganaban matices con la aportación de nuevos instrumentos. El álbum marcó el inicio del período experimental de Buckley, incorporando elementos de jazz que nunca había utilizado antes.

Muchas de las canciones del disco representan un alejamiento de la forma binaria que dominó gran parte de su anterior trabajo y ofrecen una sensible poética que nos lleva a espacios de ensueño, oscuridad y melancolía. El sonido lleno de tintes melancólicos del álbum se caracteriza por el vibráfono de David Friedman, un instrumento que le da al álbum un tono más relajado que los trabajos anteriores de Buckley. Las canciones son mucho más largas que en versiones anteriores y este estilo continuaría a través de obras posteriores. Los vocales son más extensos también, representando el comienzo del uso de Buckley de su voz como un instrumento.

El disco entero es una meditación sobre el amor y la pérdida, y la memoria de esos momentos. Las letras de Happy sad representan un cambio en Buckley al dejar de trabajar con Larry Beckett, su letrista de los dos álbumes anteriores, Tim Buckley y Goodbye and hello, y comenzar a escribir letras sobre sí mismo, contrastando con el estilo de trabajo de Beckett ocasionalmente político y literario. Buckley continuaría siendo el autor todo propio su material en los siguientes dos álbumes.

Pocas veces el mundo de la música engendra un talento tan brillante y polifacético. Tim Buckley, joven cantautor estadounidense nacido en 1947, se erigió como uno de los más prometedores músicos de la década de los 60, rechazando etiquetas y modas que pudieran condicionar su inmensa obra, pues experimentó con el folk, el rock, el blues, la psicodelia y el jazz sin caer en tópicos estilísticos. Lamentablemente, la muerte nos arrebató prematuramente su voz en junio de 1975, por sobredosis de heroína, dejando tras de sí varios discos de arrebatadora belleza.

Desde pequeño, Timothy Charles Buckley III aprendió a tocar el banjo, influenciado por gran parte de la música que escuchaba su abuela y su madre, que incluía a Billy Holliday, Frank Sinatra y la música country. A los 19 años comenzó ya profesionalmente su carrera como músico, editando su primer álbum Tim Buckley, que es, de su discografía, el más orientado al folk convencional. Pero al poco tiempo su estilo se transformó a una extraña experimentación que combinaba elementos de jazz, folk y psicodelia de un modo completamente inusual y sin comparación en la historia de la música.

Buckley fue un caso raro. Dueño de una voz con un registro amplísimo y de hermoso color eligió una banda poco usual para el folk: guitarra, bajo, teclados y congas acompañadas por vibráfono y marimba; base que le permitía balancearse como un funámbulo en casi perfecto equilibrio entre el sentimiento más sublime y la lujuria con una pértiga de folk music sobre jazz modal y exploraciones en el free inaugurado por Coleman diez años antes.

Tras el éxito del aclamado Goodbye and hello, Buckley se suavizó lo suficiente como para explorar sus raíces jazz. Sonando como los álbumes de Fred Nail de su era en Capitol, Buckley y su pequeño conjunto de base acústica tejen tapices elegantes y minimalistas alrededor de los seis originales de Buckley, consiguiendo un efecto fascinante. Happy sad es uno de los mejores discos de finales de los 60; sin duda, una de las mejores obras de Tim Buckley que le consagró como una leyenda del folk tanto dentro como fuera de los Estados Unidos.

Happy sad es el álbum de Tim Buckley más maduro y reflexivo de toda su corta pero intensa carrera. Los toques blues de la guitarra de Lee Underwood se hacen notar en Strange feelin, la canción que abre el disco, que presenta la inquietud y la necesidad de comunicarse que recorre toda la obra. Los efectos jazzisticos de Buckley hacen que recuerde a los discos finales de Miles Davis, mientras que el bajo de John Miller pone el fondo envolvente que caracteriza a este álbum mágico. La vena emocional llega a su punto culminante con Dream letter, mientras los ritmos celtas de Gypsy woman dejan claro los recursos vocales de Buckley y que tanta controversia han generado durante décadas en los críticos musicales, pero que han servido para caracterizar al músico. La canción que cierra el álbum, Sing a song for of you, es un tema evocador y sencillo, pero lleno de pasión, algo frecuente en sus anteriores discos.

Happy sad comparte mucho en común con sus álbumes posteriores, Lorca y Blue afternoon, ya que gran parte del material que aparece en estos álbumes fue escrito al mismo tiempo que las canciones de Happy sad, representando el período más productivo y prolífico de la carrera de Buckley. Los gustos musicales ampliados durante el período en que el álbum fue escrito y la primera canción, Strange feelin, fueron directamente inspirados por All blues de Miles Davis de su álbum Kind of blue, y la melodía de la canción fue tomada directamente de la canción. Buzzin' fly fue escrito mucho antes que el resto de la obra y fue interpretada originalmente con un grupo en el que Buckley actuó durante la escuela secundaria, The Arlequín, con el bajista Jim Fielder y el más tarde letrista Larry Beckett.

Resulta difícil encontrar hoy en día álbumes con tantos matices sonoros, donde cada escucha suponga un nuevo descubrimiento. Casi todas las canciones transmiten una serenidad cautivadora, basada en esa perfecta combinación que supone la voz de Buckley sobre el trasfondo musical creado por los músicos Lee Underwood (guitarras, teclados), David Friedman (percusión, marimba, vibráfono), John Miller (bajo) y Carter Collins (congas). El resultado es un sonido rico e inspirador, que nos invita a relajarnos. Tal vez sea Dream letter, pieza clave del álbum, la que defina mejor ese aura especial que destilan las canciones de Buckley.

El tercer tema, Love from room 109 at the Islander (on Pacific Coast Highway), es una canción compuesta por varios movimientos, lo que representaba la segunda vez que Buckley escribía de esta manera, tras su anterior canción Goodbye and hello, que comienza como una sesión acústica de los Doors, pero pronto el tono cae a un ritmo fúnebre y una melodía complicada comienza a tejer su camino alrededor de violines que suenan a través de un mar cuyas olas se estrellan. Los fragmentos de la canción fueron escritos por separado como Da Nang y Asbury Park, como se mostró en el posterior lanzamiento del demo de las sesiones. The dream belongs to me: rare and unreleased 1968-1973. La versión final de la canción está respaldada por un efecto de sonido de océano; sin embargo esto no fue pensado originalmente para figurar en la canción. Buckley y la banda estaban felices con la toma de la canción, pero debido a un problema de grabación de la pista sonaba un leve zumbido eléctrico de fondo. El productor lo resolvió amortiguando el zumbido con un overdub de océano.

Dream letter es una oda y una disculpa a su ex-esposa Mary Guibert y su hijo Jeff Buckley. Se trata de la segunda canción que Buckley escribió sobre los dos. La primera fue I never asked to be your mountain de su anterior LP Goodbye and hello. En comparación con esa canción, Dream letter tiene un tono más apologético, y las letras lo revelan con Buckley lamentando, "Does he ever ask about me?" No sería hasta cinco años más tarde que Buckley se reuniría con su hijo de nuevo. El nombre de la canción más tarde se utilizaría para un álbum en vivo, su lanzamiento póstumo Dream letter: Live in London 1968. El concierto contaba con gran parte del mismo personal de Happy sad.

Gypsy woman es un tema largo en el que destaca la acrobacia vocal de Buckley, y que en el disco tiene algunas cualidades de una jam session, acompañado por los ritmos tribales de los tambores . Buckley y su banda se sintieron decepcionados con su grabación, pero la canción permanecería como parte del repertorio en vivo de Buckley para los siguientes años. La canción que cierra el álbum, Sing a song for you, es más similar al trabajo de Buckley en Goodbye and hello que las canciones del resto del álbum. Comparte el estilo verso/coro y las tendencias folk de Song to the siren, que, aunque fue lanzado en Starsailor, fue escrito alrededor del mismo período.

Las actuaciones de Buckley por esta época fueron recibidas calurosamente por la crítica. Billboard describió un concierto en The Philharmonic Hall con "Buckley en su mejor forma, cantando y comunicando a la perfección". Mientras que The New York Times simplemente decía que Buckley "cantaba como distraído".

El jefe de Elektra Jac Holzman también parecía satisfecho con el álbum diciendo que "pensaba que el disco tendría éxito". Ciertamente lo tuvo en un sentido comercial, aunque quizá no el éxito esperado, pues sólo alcanzó el puesto 81 en la lista de álbumes pop de Estados Unidos, y logró permanecer en las listas durante tres meses. Happy sad vendió menos copias que el anterior Goodbye and hello, alrededor de 20 mil copias vendidas.

Lanzado en su momento de mayor popularidad, Happy sad fue el álbum de Buckley con mayor éxito hasta entonces, pero la experimentación que introdujo en este álbum enajenaría a la base de fans y su atractivo principal ganado con Goodbye and hello. Sin embargo, esto fue sólo el principio de la experimentación de Buckley con el sonido y el género, y las publicaciones posteriores reducirían más su renombre en el mainstream y provocarían una desaceleración de sus ventas.

Tim era el padre de Jeff Buckley, prometedor músico de los 90 que encontró la muerte ahogado mientras nadaba en el río Wolf en Memphis (Tennessee). Parece como si el destino hubiera sentenciado a padre e hijo a un fin triste y prematuro. Pese a todo, la relación entre ambos en vida fue prácticamente inexistente: poco antes del nacimiento, Tim Buckley se separó de su mujer Mary Guibert y apenas tuvo trato con Jeff. La letra de la canción que da nombre al álbum revela precisamente este cargo de conciencia que arrastraba el artista por su nefasto papel como padre.

Tim Buckley hizo de su estilo una experiencia única e irrepetible, tanto por la versatilidad con la que amalgamaba diferentes géneros y sonoridades, como por su distintiva voz, ya que, al igual que su hijo, tenía una voz portentosa, capaz de alcanzar un intervalo de octavas realmente notable. No obstante, su utilización siempre tuvo fans y detractores. Los habituales fraseos vocales que incluía en ciertos pasajes eran tachados de superfluos por la crítica, que acabó relegándole a un segundo plano en el panorama de la Costa Oeste. En realidad, la acogida que recibió Buckley durante todo su carrera fue dispar, y en ocasiones más bien discreta. Tras darse a conocer con algunos trabajos realmente notables, inició una serie de discos de experimentación cuyo escaso carácter comercial diluyó parte del éxito obtenido hasta entonces. Sólo sus últimos LPs recuperaron algo de relevancia, dando un giro hacia el funky mediante la formación de una nueva banda.

Sin embargo, para entonces Buckley había iniciado una carrera sin retorno contra sí mismo. El desencanto frente a los fracasos comerciales y sus tormentos personales le arrastraban en un espiral de drogas y depresión que marchitaría su vida. En verano del 75, tras haber consumido gran cantidad de alcohol durante una fiesta, el cantante acompañó a su viejo amigo Richard Keeling a buscar heroína. Una discusión entre ambos concluyó en un consumo mayor de lo habitual (del que se responsabilizó penalmente a Keeling), provocándole a Buckley una sobredosis. Se trasladó a casa al cantante, pero falleció antes de que los servicios médicos pudieran llegar para socorrerle. Como acostumbra a suceder, las opiniones del entorno del artista sobre este último capítulo son bastante diferentes. Algunos afirman que Tim había consumido mayores dosis en otras ocasiones, y que probablemente su tolerancia había disminuido. Otros coinciden en que el desenlace era previsible debido a los peligrosos hábitos de vida que había adquirido el compositor en los últimos años.

Sea como fuere, sólo la muerte y el paso del tiempo parecen haberle otorgado a Buckley la notoriedad merecida. Recientemente se han remasterizado algunos de sus discos, se han publicado varios de sus directos (Dream letter, Live in London o Live at Folcklore Center, NYC) y se ha lanzado un álbum de rarezas y grabaciones inéditas (The dreams belong to me). Es, sin duda, un final triste para un músico marcado por la frustración, pero que nos dejó un legado que habla de su considerable talento.

Fuentes: http://en.wikipedia.org, http://www.allmusic.com, http://es.wikipedia.org, http://www.shookdown.es, http://www.alohacriticon.com, http://regioncuatro.net, http://thehighway61.blogspot.com.es, http://theearthdiedscreaming-albuns.blogspot.com.es, http://masfunk.blogspot.com.es, http://www.ondarock.it, http://www.sonofmarketing.it, http://www.lankelot.eu, http://www.musicreviewdatabase.co.uk, http://hackskeptic.com, http://top1001albums.blogspot.com.es, https://itunes.apple.com, http://www.pennyblackmusic.co.uk, http://rincondesconexion.blogspot.com

Listado de canciones:

1.- Strange feelin''
2.- Buzzin' fly
3.- Love from room 109 at the Islander (on Pacific Coast highway)
4.- Dream letter
5.- Gypsy woman
6.- Sing a song for you

Vídeos:

Strange feelin' - Tim Buckley


Buzzin' fly - Tim Buckley


Love from room 109 at the Islander (on Pacific Coast highway) - Tim Buckley


Dream letter - Tim Buckley


Gypsy woman - Tim Buckley


Sing a song for you - Tim Buckley

2 comentarios:

bernardo de andres dijo...

Un grande para mi mejor que el hijo. M;e encantan sus ultimos discos creo que a partir de este las cosas paar Buckley pasaromn de ser muy buenoa un Dios

JL dijo...

Yo también creo que Tim era muy bueno. ¿Mejor que Jeff? La verdad es que este último no tuvo tiempo para demostrarlo. Pero el álbum que sacó Jeff era buenísimo. Aunque para llegar a lo que consiguió su padre debería haber hecho varios álbumes como Grace. Una pena que, tanto padre como hijo, nos dejasen antes de mostrar toda su potencialidad.

Saludos, Bernardo.