SÁNCHEZ TORRES
Corría el año 1985, y el València CF pasaba muchos apuros. Tanto, que tenía la pólvora más mojada que las bragas de una ninfómana. Hasta Francisco Ibáñez en una tira de Mortadelo y Filemón hacía chiste de nuestro ataque: "le tiraré este dardo envenenado, y lo dejará más débil que la delantera del Valencia".
Aquel año causó sensación en la Liga holandesa un muchacho del Twente Enschede emigrado desde Barcelona, que se hartó de meter goles hasta a los molinos. Como nuestras arcas tenían más telarañas que billetes, se le firmó como auténtico fichaje mediático para salir de la mediocridad.
Manuel Sánchez Torres era un extremo derecho con melena quinqui, patillas lolailo y bigote tipo postizo, como el de Bigote Arrocet. Su especialidad eran los centros de rosca. Y correr de un lado a otro haciendo filigranas, pero sin ver puerta. Sin embargo, Di Stefano, en una genialidad suya, comentó que el problema de Sánchez Torres era que Sánchez siempre estaba peleado con Torres. Mucha explosión imaginativa, pero se desbravaba en un plis-plas. Era como un coitus interruptus versión mestallera. En el momento de la verdad se desinflaba.
Aquella temporada no pudo remediar el infausto descenso. Probó nueva temporada en 2ª, pero jugó menos que los Alcañiz y Jon García. Tras el ascenso, fue empaquetado de nuevo con destino Holanda.
Foto: www.ciberche.com
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