JORGE
Miguel Bernet Toledano (Barcelona 1921-1960) solía utilizar el pseudónimo de Jorge. Cuando empezó la Guerra Civil, Bernet tenía 15 años; a pesar de ello falsificó su edad para alistarse como voluntario en el ejército republicano. Tras la derrota de la República pasó por varios campos de concentración en Francia antes de regresar a España, donde tuvo que servir en un batallón disciplinario y en la Marina para purgar su pasado de combatiente republicano.
A principios de los 40 se inicia profesionalemente en la historieta, con trabajos para diversas editoriales, entre ellas Bruguera. En 1944 adopta el pseudónimo de Jorge a raíz del nacimiento de su hijo Jordi, futuro historietista de prestigio (Poncho Yucatán, Dan Lacombe, Andrax, El Cuervo, Sarvan, Torpedo 1936, Kraken, Custer, La naturaleza de la bestia, Clara de noche -El Jueves-). En esta época colabora en varios cuadernos de aventura de Bruguera, como Viajes y aventuras, Superhombres y Tom Mix.
En 1947 forma parte de la plantilla inicial de la revista Pulgarcito, creando series como Melindro Gutiérrez (1947), El vagabundo Mostacho (1947), Leovigildo Viruta (1947), Las fascinantes aventuras de Tallarín López (1948) y la célebre Doña Urraca (1948).
Durante los 50 continuó trabajando con Bruguera con nuevas series como Sisebuto, detective astuto (1953), Margarita Gutiérrez, la dama de los cabellos (1958) o Doña Filo y sus hermanas, señoras bastante llanas (1959), ambas siguiendo la tradición de solteronas en sus personajes. Poco antes de su muerte se adhirió al nuevo proyecto de la revista Pepe-Cola, que no tuvo éxito.
Su hermano Joan también fue autor de cómics (Altamiro de la Cueva, Los guerrilleros).
DOÑA URRACA
Apareció en Pulgarcito en 1948 en su nº 77. Doña Urraca es una mujer de edad incierta, permanentemente vestida de negro, en cuyo rostro destaca su larga nariz ganchuda. Lleva gafas y el pelo recogido en un moño. Lleva siempre un paraguas, que jamás utiliza para protegerse de la lluvia, y sí a menudo para zurrar a otrso personajes.

En sus inicios se dedica a cobrar a inquilinos morosos y trabaja como ayudante en una empresa de pompas fúnebres.
Es un personaje impregnado de la más completa negatividad, protagonista de episodios de un elemental humor negro, pero que encarna subliminalmente el fudamentalismo y la intransigencia de las solteronas españolas de la posguerra.
En los años 50 la censura franquista obliga a dulcificar un poco su agrio carácter, por encontrarlo desmoralizante, para lo que se la provee de un antagonista, Caramillo, inocente y bonachón, que se convertirá en su víctima favorita.

Pablo, en La Codorniz, incorporó e su galería de personajes a Doña Úrsula, beata y moralista inaguantable, con muchos rasgos de Doña Urraca.
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