viernes, agosto 08, 2008

QUIQUE

La temporada 84-85, la Secretaría Técnica, acuciada por las telarañas de las arcas del club, se dedicó a buscar valores con potencial por esos campos de España, y se trajo dos jovencitos de la provincia de Madrid: Carlos Arroyo del Alcorcón (que da pie a un sinfín de pareados), y Quique Sánchez (llévele una corona de) Flores del Pegaso, ambos por un millón de pesetas.

Quique, hijo de Carmen Flores (hermana de la Lola de España, la Faraona, de donde le viene el apodo a Quique) y de Isidro, en su día lateral del Real Madrid, vino con 19 años, y rápidamente se hizo un sitio en el equipo. Jugaba por la banda derecha, tanto de interior como de lateral. Era rápido, con buen control y visión de espacios, pero no daba sensación de duro, aunque era difícil de superar en carrera.

Su llegada supuso una entrada de aire fresco, elegancia, excelente técnica, y vivió los momentos más convulsos del valencianismo con su pérdida y recuperación de la categoría de oro, la conversión en sociedad anónima, y la llegada del Tronaor Roig.

El año en 2ª división anotó 9 goles, a pesar de ser defensa, lo que da idea de su fácil llegada. 15 veces internacional, Luis Suárez no lo llevó al Mundial de Italia, porque prefirió la dureza del madridista Chendo al caracoleo del Faraonito.

Tras diez años en el club, quiso ver su deseo de toda la vida, vestir de blanco en el Bernabeu (para ello tenía que jugar en el equipo de allí, claro), y tuvo sus más y sus menos con la directiva de entonces, con gol dedicado incluido en su último partido en Mestalla, a un señor de pelo blanco, puro en ristre y excelente vendedor de humo.

En Madrid jugó todos los partidos y ganó la Liga. A la tercera temporada, un tal Capello lo relegó al banquillo (quizá le viene de ahí su italianitis) y se fue a sentir en su pescuezo el frío aire del Moncayo en Zaragoza (para prepararlo al contacto de la fría katana), donde pasó prácticamente la temporada en blanco (como a él le gustaba) por una grave lesión.

Tras colgar las botas, se dedicó a les carxofes mediáticas, donde demostró su buen criterio futbolístico, y más tarde se dedicó a entrenar, donde consiguió excelentes resultados con el Getafe, y dos notables temporadas en el Valencia CF, rozando los objetivos, aunque su crédito fue agotándose progresivamente, al igual que la frescura del fútbol de su equipo.

Su pase a mejor vida (lo dijo él mismo) le vino que ni pintado, porque la misma semana la masa quiquista pudo velar a su difunto corpore in sepulto. Su cabeza debe colgar de alguna sala de estar de Turis, en compañía de ilustres y de venados (venados con cuernos, no venaos dominicanos). A partir de ahora puede ganarse la vida haciendo el remake de Sleepy Hollow o de Luis XVI tras probar la solerina (variante ladrillera del amigo Guillot).

Foto: www.ciberche.com

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