2009, UN AÑO DIFÍCIL
Se acabó un año difícil. Un año en que me han pasado muchas cosas. Buenas y malas. Pero en el que el entorno ha sido en muchas ocasiones complicado, si bien he de decir que termino el año con la cabeza mucho más clara que el año pasado. Realmente, el suceso que ha marcado el año fue la muerte de mi padre. Ello me trastocó muchas cosas y ha terminado por condicionar mis relaciones más cercanas.
Cuando alguien pierde a su padre, algo cambia en él mismo. Algunos lo llaman plus de madurez, pero ese término me resulta demasiado inexacto, pues es difícil comparar la madurez, y más todavía medirla en términos absolutos. Yo, particularmente, he cambiado en tomarme las cosas con más distancia y sin prisas, en la medida que se pueda, no dar tanta importancia a asuntos y situaciones fútiles. Intento disfrutar de la vida con más intensidad, intento no complicarme en situaciones inútiles y pensar más en mí. Sin descuidar mis obligaciones, pero siendo estricto en la conservación diaria de mi espacio personal.
Lo pasado durante la enfermedad de mi padre, realmente me hizo ver las cosas de otra manera. Somos simples aves de paso. Dejamos nuestra huella, completamente o no, y en un momento determinado dejamos de existir. Y ese momento no lo elegimos. A algunos les llega demasiado pronto, y se dejan por hacer infinidad de cosas.
Empecé a echar en falta cosas que me gustaría tener y a evitar en lo posible las situaciones que me supondrían posibles problemas. Esto me llevó a ver siempre el lado negativo de todo. Pero siempre teniendo en cuenta que, en caso de tomar decisiones drásticas, no era el momento, pues las aguas bajaban muy revueltas. Suerte que esto lo tenía muy claro, porque de haberlas tomado, todo sería muy distinto ahora, y muy probablemente bastante peor. Mis equilibrios básicos hubieran sufrido seriamente.
Todo ello para darse cuenta que mi problema principal es que no sé valorar lo que tengo y lo que he conseguido. Y quizá deberíamos hacer un ejercicio diario de recapitular las cosas que están bien y que estamos agradecidos de haber hecho y tener. Es como cuando tienes una jaqueca terrible y no haces más que quejarte de lo mal que estás, pero cuando no la tienes, no te acuerdas de lo mal que lo has pasado y no agradeces estar tan bien de salud en ese momento.
Me quejaba en anteriores escritos que mi trabajo me suponía la fuente fundamental de conflicto que desestabilizaba mi vida. La función primordial de mi trabajo es absorber como una esponja emociones negativas y reducir la tensión de las relaciones laborales. Pero, claro, esa energía negativa que absorbo la debo expulsar de alguna manera. Afortunadamente la situación laboral ha cambiado mucho y a mejor. Antes el trabajo me superaba ampliamente y no sabía ya ni por dónde cogerlo. Y el agobio era diario y creciente. No había ni un día de respiro. Ahora me centro más en lo mío y los problemas, de momento, han disminuido. Siento que controlo más mi trabajo, y estoy en vías de tomar con más firmeza las riendas de mi tiempo.
Me quejaba de que no se valoraba mi trabajo como yo mínimamente quería. Pues bien, este año me han dado un premio como uno de los mejores trabajadores de la empresa durante el año. Soy consciente que lo de mi padre tuvo mucho que ver, pero aún así ha sido lo que más motivación me ha reportado los últimos años. Y recibo guiños de bastantes personas que sé captar. Guiños de agradecimiento por mi compromiso y mi gestión. De mis superiores y de mis compañeros. Y eso es muy difícil en la posición en que estoy. Siempre he sido una persona que intento evitar los conflictos, y trato de resolver todo lo que pueda dentro de los límites y la capacidad que se me permite. En este sentido, he aprendido a ser más asertivo y a tratar de no sufrir por situaciones que se escapan a mi influencia.
Por otro lado, en el aspecto negativo, me quejaba de la actuación de alguna persona durante la enfermedad y fallecimiento de mi padre. Ya dije que quizá legitimaba que pudiese pedirles cuentas a mi manera, pero hice bien en no hacerlo. Muchas veces esperamos de las personas mucho más de lo que deberíamos. Ponemos las expectativas demasiado altas. Quizá ponemos en ellas las ilusiones que perdemos por otros medios, pero cada persona también necesita pensar en ella misma y en su entorno. No, no voy a pedir cuentas. Pero tampoco voy a generar más expectativas con poca base sólida.
Y es que a veces nos hace más daño las formas que el fondo. Hay situaciones que no se pueden modificar. Y que es inútil tratar de rehacerlas. Duele mucho que personas de tu entera confianza no actúen como tú lo habrías hecho en una situación difícil. Es complicado actuar en ese tipo de situaciones, pero si las consecuencias van a ser muy negativas creo que es más práctico y mejor a la larga pensar más en el futuro que en el presente. Es duro, porque mina la plena confianza depositada en una persona y deja tus estructuras sin uno de tus apoyos fundamentales. De todas maneras soy de la firme opinión de que hablando se entiende la gente, y lo que ahora es una gran preocupación, se puede arreglar hablando, explicando, escuchando aspectos que no conocías y aunando voluntades.
Aún así, mis dos placeres siguen siendo el tenis y la música. Con el tenis he vuelto a disfrutar este año, y he vuelto, gracias a la falta de lesiones graves, a un nivel competitivo aceptable. Me estoy preparando para ser más constante y no tan cabeza loca a la hora de jugarme los puntos. Para eso necesito mejor condición física y menos ansiedad en la pista. Debo ser consciente que el saque me dará muchos puntos, pero no basar todo el juego en el saque, porque el día que no entra o que el contrario sabe restarlo, debo poner en juego otros recursos, y la cabeza fría debe dominar la construcción de los puntos y el timing del partido.
Y en cuanto a la música, es un placer ponerme cada día a escuchar discografías. Además de que te permite una desconexión más rápida, recordar discografías como la de David Bowie, Pink Floyd, Human League, Big Country, The Church, Adam & The Ants, Prefab Sprout o Cocteau Twins, o descubrir cómo aumenta tu cultura musical con músicos como The Fall, David Byrne, Everything But The Girl, David Gilmour, Nick Cave, Morrisey, Julian Cope, Anne Clark, NIN, Wilco, Rammstein o Robin Guthrie, no tiene precio.
Este año que empieza se adivina crucial. Pueden pasar muchas cosas, o mejor, pasar pocas y buenas. Lo que tenga que venir, que venga. Hay asuntos que no van bien. No hay que ser un lince para darse cuenta. Uno nunca se encuentra emocionalmente preparado para muchas cosas, pero sí puede tener en mente que algo particular puede pasar. Al menos evitas cierta intensidad en la sorpresa y descuentas aspectos negativos si estos suceden finalmente. Y no tienen por qué ser malas. Que seguro que van a pasar cosas muy buenas. De todas maneras aún queda mucho por disfrutar y porque la vida me impregne de estímulos positivos, que los tiene, y muchos.
2 comentarios:
Bonico, la vida hay que planteársela día a día y sin expectativas de nada. Es lo mejor para no venirse abajo.
Totalmente de acuerdo. Pero cuando tus perspectivas se basan en ilusiones, y ésta se demuestran débiles y a menudo infundadas, quedarte sin ellas y ver cómo van pasando los años y tu cabeza no rula como poco antes, es muy duro.
De todas maneras, considero que es un proceso, que como todos, se pasa mal durante el mismo, pero cuando llegas a tener las ideas más claras, te lo tomas todo de otra manera. Más desapasionadamente, pero más estable y con menos altibajos.
Publicar un comentario