Tras un proceso agobiante y erosionador en todos los ámbitos, el magnate de Singapur, Peter Lim, ha hecho efectiva su ilusión de hacerse con la mayoría accionarial de un club de fútbol de nivel mundial. Ese club es nuestro emblemático y, sin embargo, complicado de gobernar València C.F.
Han sido muchos años de personajes y dirigentes de los ámbitos sociales, políticos y económicos, que consideraban al club como trampolín hacia negocios y posiciones más privilegiadas, y que dejaron a éste en una situación económica al borde del abismo, dependiente de las ayudas de las instituciones locales. Pero ese pretendido lobby valenciano que tanto velaba por la salud de nuestra entidad, nunca asumió más riesgos que ver los toros tras la barrera y lanzar las almohadillas al ruedo mediático cuando la pelotita no entraba.
Varios personajes fundamentales, como los presidentes del club y de la Fundación, Amadeo Salvo y Aurelio Martínez, junto con un grupo de valencianistas convencidos de que lo mejor era que un profesional de los negocios comandase la nave, y que preferentemente no fuese del lobby local (pues en tantos años no han demostrado mayor amor por "su" València CF que por el color de sus billetes), han tomado el timón para que nadie más chupe de las ubres valencianistas, si no es para hacer de nuestro club una entidad de nivel mundial que compita con los mejores.
Se acabó la coentor y comienza el festival... Así lo ha visto el poeta katánico:
Acabó el culebrón de la venta,
Ya tenemos la afición contenta,
Después de meses de confusión,
Estando a punto de extenuación.
Todo el proceso viene de largo,
No sin dejar un regusto amargo,
Prebostes ahítos de valencianía,
Gestionaron el club con vesanía.
La deuda que ahogaba la cuenta,
Desencadenó una guerra cruenta,
Íbamos directos hacia el infierno,
Con tamaño general desgobierno.
Desprendiéndonos de las figuras,
No tardaron en llegar las ataduras,
El descenso del nivel deportivo,
Presagiaba un futuro convulsivo.
La afición comprobaba patidifusa,
Cómo tanto cateto e hipotenusa,
Daba espectáculo tan bochornoso,
En favor de tal interés ambicioso.
Desde la invasión de alanos y suevos,
No hubo afición tan hasta los huevos,
Sólo pedía tener un equipo a la altura,
Para que se les volviese a poner dura.
La Fundación vendió sus acciones,
A la mejor de diferentes opciones,
Con los poderes fácticos medrando,
Y la confusión y el sesgo enredando.
Tanto quien escapó de la poltrona,
Como sus palmeros y horda bufona,
Trataron de ir disponiendo sus piezas,
Sin la más mínima de las delicadezas.
Bankia, políticos, algunos medios,
Niños y demás mesnada de tedios,
Echaron toda la carne en la parrilla,
Para usurpar todo para su pandilla.
Pero toparon con huesos duros de roer,
Un presidente no apto para corromper,
Buscó inversor de La Meca a Nagoya,
Y se tropezó con la polla de Camboya.
Un economista liderando la Fundación,
Puso mesura, seso, prudencia y tesón,
Sin olvidar la ilusión del valencianista,
Extenuado de tanto agorero alarmista.
Un magnate de Singapur, Peter Lim,
Querido tanto como el general Prim,
Se atrevió a concursar por el capital,
Metiéndose entre todo este lodazal.
Sólo la entereza y tener objetivo claro,
Ante fuerte ataque talibán y tupamaro,
Disuadió a Lim tomar las de Villadiego,
Y dejarnos en manos de tanto borrego.
Tras varios meses de un largo proceso,
Y tanto manipulador taimado y confeso,
Llegaron a convenio legal ambas partes,
Tras profuso fuego cruzado y ensartes.
Es una lástima la venta a un extranjero,
Con tanto prócer valenciano con dinero,
si querían que el club morase en la tierra,
no haber lastrado ingenio en tanta guerra.
Se abre nueva era diáfana e ilusionante,
Donde no hay cabida para tanto tunante,
Lim compra club de indudable potencial,
Para transformarlo en referente mundial.
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