Cover es el cuarto álbum de Tom Verlaine, lanzado en 1984 por Warner Bros. El álbum fue grabado en los estudios Bearsville, Blue Rock y Sorcorer de Nueva York, Eldorado de Los Angeles, y Townhouse y Roundhouse de Londres.
Tom Verlaine ha sido aclamado como uno de los mejores guitarristas de rock desde que dirigió la banda Television en la década de 1970. Nadie tiene muy claro el porqué de la disolución de Television durante el verano de 1978 tras unos gloriosos conciertos en el Bottom Line: el afán de control de Verlaine, el fracaso de crítica y ventas (excepto en Inglaterra) de Adventure, cambios de personal en la compañía que los dejaron sin apoyo, aburrimiento tras seis años de convivencia… El caso es que parece que nadie se lo tomó muy a pecho y algunos, Richard Lloyd por ejemplo, no dudaron en reconocer el alivio que les supuso la desaparición del grupo. Tom Verlaine ni siquiera demostró que tuviera demasiada prisa por empezar una nueva carrera en solitario, y se pasó un año entrando y saliendo del estudio hasta completar su primera entrega en solitario, Tom Verlaine. Inevitablemente todavía había restos de Television: alguna de las canciones que se había negado a grabar en Adventure, y, sobre todo, la presencia del bajista que se convertiría en su inseparable compañero en todos sus discos en solitario, Fred Smith. Si se lo había “robado” a Blondie, cimentando una enemistad inquebrantable entre los dos grupos, ahora iba aprovecharlo a fondo.
Television fue el resultado de la satisfacción de un choque entre dos estilos diferentes. Su líder Tom Verlaine era el soñador, tocando sinuosos ritmos de guitarra y cantando con la intensa y estrangulada voz de un poeta joven. El guitarrista Richard Lloyd y la sección rítmica de Billy Ficca y Fred Smith tendían más al clásico rock'n'roll. Cuando Verlaine marchó en solitario, sorprendentemente se las arregló para preservar el delicado equilibrio de Television e incluso añadió nuevos elementos en su primer LP en solitario.
Tras pasarse un año recorriendo distintos estudios tanto de Estados Unidos como de Inglaterra, en donde pasaría prácticamente un año rematando el disco, Cover aparecería en 1984. Las baterías, todavía sonaban más impersonales que en Words from the front, y en dos o tres canciones incluso se encargaba en persona de programar las percusiones electrónicas, así como de tocar el bajo y los teclados que en ocasiones se ocupaban de acolchonar las estrofas y en otras de sustituir frases que en otros discos correrían a cargo de las guitarras. El que los grandes solos escaseen no significa que el trabajo de las guitarras fuese menos brillante. Quizá era menos llamativo en una primera escucha, pero lleno de sutilidad a la hora de tejer un imaginativo tapiz de pequeños riffs que adornaban el más espacioso de sus discos.
En Cover sus melodías son despojadas de riffs de guitarra, tambores y líneas cortas de letras. La mayoría de letras de Tom Verlaine son narraciones surrealistas y oníricas. A veces, sus estructuras de canción han intentado reflejar ese flujo, creciendo demasiado difusas, disolviendo también los solos de guitarra exploratorios.
Sus canciones son vitrinas para su guitarra, ya que se centran en la superposición de riffs de guitarra, interpretadas por Verlaine y Jimmy Ripp. De vez en cuando, Verlaine canta como un tenor inestable y de voz estrangulada. Sin embargo, las melodías de las canciones de Verlaine no están en su voz, sino en esos riffs de guitarra, que son memorables.
Como un músico de jazz, Verlaine prueba y enciende sus canciones, añadiendo altos y timbrados armónicos al final de Let go the mansion, y respondiendo sus líneas vocales en O foolish heart con frases en un vibrato tembloroso.
Cover es uno de los discos más luminosos de su autor, quizá el que más estribillos pegajosos nos ofrece y el más acorde en sonido con el año en que se editó, el que debería ayudarle a romper la barrera que lo separaba del público. No de la gran masa compradora, pero sí, al menos, de aquella que en Gran Bretaña, su principal mercado, quizá a su pesar, consumía el nuevo pop guitarrero. No faltaban sus habituales y abstractas conversaciones consigo mismo, pero canciones como Five miles of you, Let go the mansion o Lindi Lou no sonarían fuera de lugar en un hipotético hit parade de “pop moderno” en 1984, y pocas veces sonará tan romántico y vulnerable como en O foolish heart, baladón de country neoyorkino (como Alan Vega llamaba a las canciones de Lou Reed), o en ese trasunto de balada de los 50 que es Swim.
Aparte de los discos de Tom Verlaine, de sus conciertos, de su música, los 90 los pasó prácticamente en blanco desde que se reeditase Warm and cool, y ningún otro disco salió con su nombre, sólo la reunión de Television y sus contados conciertos lo hicieron visible de cuando en cuando, además de poner música a unas películas mudas con su inseparable Jimmy Ripp, empezar a producir el fatalmente truncado último disco de Jeff Buckley sin resultados demasiado palpables, y una banda sonora para una película que pasó desapercibida.
“Me gusta pensar que soy invisible. Le encuentro muchas ventajas. Desafortunadamente, el negocio musical no funciona así. Si no creas algún tipo de imagen pública, la crean los demás por ti”. Puede que a eso sea a lo que se ha dedicado estos últimos años, a hacerse lo más invisible que le permiten sus necesidades. Afortunadamente nos quedan sus discos, una obra que, revisada hoy, se nos muestra mucho más variada y compleja, y al mismo tiempo más accesible, menos esquinada que cuando fue publicada.
Cuando se repasa la obra en solitario de Tom Verlaine nos encontramos, no sólo con alguna de las mejores muestras de música de guitarras de los 80, sino también con un buen puñado de grandes canciones construidas sobre el clásico esquema del pop de toda la vida, con todas las variantes que se quiera, pero pop. Es quizá lo que más llama la atención al escuchar los discos de Tom Verlaine, esa faceta de artesano melódico que pocas veces se destaca, oscurecida por su aventurero estilo guitarrístico.
Puede que su voz no sea la más melodiosa y su distanciamiento llegue a veces a la frialdad, y que en ocasiones sus canciones se intrinquen a conciencia, pero no es menos cierto que casi siempre nos proporciona algo a lo que agarrarnos, un estribillo, un pegajoso riff de guitarra. Es fácil suponer que la falta de éxito comercial tiene más que ver con su escurridiza personalidad y su aversión a crearse una imagen pública reconocible, pecado imperdonable en una escena como la británica, hogar de los sellos que lo acogieron esos años. Con esos mismos ingredientes, por ejemplo, un buen puñado de grupos hacían su agosto durante esa época, como Echo & The Bunnymen o Lloyd Cole, llegando a comentarse que éste lo imitaba mucho, así como a Lou Reed. David Bates, el A&R de Fontana que lo fichó para el sello y que más empeño puso en convertirlo en un proyecto musical comercialmente viable lo explicaba rotundamente: “Creo que a Tom Verlaine le aterroriza triunfar. Es mucho más fácil no intentar hacer un disco comercial, nunca intentar tener éxito. Es más fácil decir, ‘Es mi arte.’ Así nadie te puede juzgar y decirte que eres un fracasado. Si nunca lo has intentado, ¿cómo puedes fracasar?”
El estilo de Cover se puede definir como una mezcla entre Eno y Talking Heads con un aire muy relajado. Hay temas definitivamente Eno en su época Before and after science (Let go the mansion, O foolish heart, Dissolve/Reveal), y hay temas definitivamente Talking Heads en sus momentos más funk (Travelling, Rotation). El denominador común es, sin embargo, el estatismo musical, sin llegar a ser ambient. Al perderse el juego entre Lloyd y Verlaine de Television, en Cover no existe esa energía que se producía por la fricción entre ambas guitarras. Todo depende de que el hechizo de Verlaine funcione o no. Simbólico es que decida abrir el disco con el mágico tono de guitarra que funciona tan bien en grupos como The Cure, Fields of the Nephilim o The Chameleons. Five miles of you es uno de los temas que probablemente mejor funciona en una primera escucha del disco y además nos demuestra que su púa y su pluma siguen funcionando tan bien como siempre. Verlaine nos enseña que el misticismo sigue presente en sus obras de un modo u otro. Si Marquee Moon tenía uno de los solos más misteriosos que se pueden recordar, éste nos hace soñar con ese riff tan perfectamente calculado, y líneas como “I come to recognise my fate/ as something you’ve already seen”.
Las combinaciones más extrañas pueden tener lugar si Verlaine está inspirado. Así, Travelling es funk puro y duro, pero esos sintetizadores recuerdan sin duda a la música india y líneas como “look at the water… shining!!” parecen hacer referencia a la psicodelia, o, al menos, están pronunciadas de una forma muy evocadora. De todas formas, otros de sus buenos versos forman parte de la más tranquila Let go the mansion (“deep red is the carpet/ burgundy are the drapes/ there’s wine at every table/ but there’s no one there to have a taste/ let go the mansion, Rita, leave it alone/ let go the mansion, Rita, it’s not your home”).
Dissolve/Reveal aporta el espíritu del Eno experimentador, llenando casi cinco minutos de sonidos estudiadísimos y que provocan efectos muy concretos, muchos traídos directamente de discos del ex de Roxy Music. Rotation, por su parte, trae cierto espíritu blues (por la forma de cantar, más que nada), pero maravilla cómo consigue hacer de cuatro notas un riff encantador y cool. Pura genialidad minimalista. Las comparaciones con Eno no son nada erradas porque la filosofía de dejar estrictamente lo necesario es la misma. Es cierto que las carreras en solitario suelen decepcionar, pero éste no es el caso, como tampoco fue el de Brian Eno.
Cover muestra arreglos inusuales, pero maravillosamente eficaces e imaginativos que son más depurados y complejos que los de sus trabajos anteriores. Travelling es una selección con sabor a funk con sonidos de guitarra en chillidos y más tarde algunas modulaciones resbaladizas. Miss Emily es un número alegre que (a pesar de su peculiar voz y toques de producción) en algunos lugares anticipa canciones del período más tardío de The Replacements. Otro oscilante número es Lindi-Lu, un uptempo, selección de alguna manera más ligera y menos intensiva. Swim comienza con una locución hablada y luego se transforma en una excéntrica pero algo expresiva canción neo-1950. Let go the mansion es igualmente peculiar, una canción alternativamente etérea/escalofriante y vital/efervescente. Los Talking Heads de la era-Brian Eno son evocados en el caleidoscópicamente nervioso Dissolve/Reveal. Más inusual O foolish heart, dominada por sintetizador con una notable sensación a Lou Reed.
En su mayor parte, se trata de un álbum lleno de vibraciones new wave progresivas mezcladas con elementos post punk por medio de un discreto beatnik Pink Floyd. Estamos ante un disco cuyas líneas robóticas, futuristas funk y metálicas son una reminiscencia de la obra de David Byrne, en algunos lugares contiene ciertas ideas de los King Crimson de los 80, o incluso del pop angular y cibernético de Brian Eno.
De alguna manera, Cover constituye un retorno al estilo de Verlaine de su primer LP. Las canciones son cortas, sin la expansividad a veces florida de sus dos trabajos anteriores, con nuevas direcciones (wave) que experimenta de manera exitosa, con arreglos más complejos y extravagantes y un prominente uso de sintetizadores.
Fuentes: https://eufoniaelectrica.wordpress.com, https://pl.wikipedia.org, http://www.allmusic.com, http://www.nytimes.com, http://www.amazon.es,
http://www.ultrasonica.info, http://rateyourmusic.com, http://www.robertchristgau.com, http://www.trouserpress.com, http://www.ebay.co.uk, http://therocker.nl, http://rincondesconexion.blogspot.com
Listado de canciones:
1.- Five miles of you
2.- Let go the mansion
3.- Travelling
4.- O foolish heart
5.- Dissolve/Reveal
6.- Miss Emily
7.- Rotation
8.- Swim
Vídeos:
Five miles of you - Tom Verlaine
Let go the mansion - Tom Verlaine
Travelling - Tom Verlaine
Dissolve/Reveal - Tom Verlaine
Miss Emily - Tom Verlaine
Rotation - Tom Verlaine
Swim - Tom Verlaine
3 comentarios:
un disco complejo pero que le guardo cariño pues me acompaño muchos años de estudios universitaris en un a tdk chromo
No creo que sea su mejor disco en solitario; quizá alguno de los anteriores lo sea. Pero guardo un especial cariño porque fue el que presentaron en La Edad de Oro y el que mayoritariamente interpretaron cuando los vi en directo pocos años después (creo que fue sobre 1987) en Barcelona. Esos punteos y solos de guitarra de Verlaine vale la pena verlos en directo, e impresiona más verlo a las 3 de la mañana en el Drugstore de Barcelona comprando una botella de leche. Genio y figura... :D :D
Toda la obra de Tom Verlaine deja un lugar para encontrar nuevas sensaciones..
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