Se acaba de cumplir una efemérides de una anécdota en Mestalla, de esas que no aparece en los libros de la historia de los grandes clubes. Un aficionado, durante un partido de Copa del Rey de la temporada 1992-93 ante el Zaragoza, llevado por el tedio del partido, no se le ocurrió otra cosa que asediar a una joven que iba acompañada de su novio a base de demostrar sus dotes onanistas en medio del público. El hecho fue denunciado por los dos jóvenes y sancionado posteriormente, y el interfecto sería apodado "Gallolo" (por evidentes motivos) para la posteridad. Un hecho de este tipo no podía pasar desapercibido para el poeta katánico:
Hace ya diecinueve años,
De un suceso sin redaños,
En las gradas de Mestalla,
Provocado por un canalla.
Aburrido de ver al Zaragoza,
un tipo pretende a una moza,
sin incomodarle estar su novio,
Ni sentir ni una pizca de agobio.
Ante la indiferencia femenina,
al chaval subió su adrenalina,
ocurriósele llamar la atención,
sin importarle la aglomeración.
Como el partido al tío amuerma,
se preparó un batido de esperma,
tanto que para saciar la trempera,
liberó la anguila de su Albufera.
La afición no lograba dar crédito,
ante tamaño espectáculo inédito,
el sujeto se comenzó a masturbar,
en la grada de modo espectacular.
Suerte tuvo de su novio bonachón,
alucinado al concierto de acordeón,
si llega a transformarse como Hulk,
de una patada lo manda a Estambul.
Se rumoreó ser de la peña Ligallo,
sólo se le puso como a un caballo,
sin embargo era un valencianista,
manifestándose en clave onanista.
Su escroto empezó a elaborar lava,
como el volcán de Al este de Java,
pronto brotó blanquecino diluvio,
de tanto manipularse el manubrio.
En adelante conocido como Gallolo,
por su arte en menear el chirimbolo,
con dotes de agitación de zambomba,
vistosas como los slaloms de Tomba.
Le impusieron una abultada sanción,
por vaciado intempestivo de apretón,
si le apetece zarandearse el cilindrín,
mejor toque las maracas de Machín.
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