VICTORIAS LIBERADORAS
El pasado domingo día 17 gané la final del Torneo de Veteranos de mi club de tenis en la categoría + 40. Vaya por delante que faltaban muchos de los máximos favoritos, principalmente porque se solaparon las fechas con un torneo por equipos de Catalunya, y los pronósticos me daban como favorito en mi categoría por mi mejor técnica y recursos, si bien tengo bastante maltrecho el hombro derecho, hasta el punto de que los profesionales, no sólo me aconsejan que reduzca mi actividad tenística, sino que abiertamente me piden que la deje definitivamente. Además, llevaba desde diciembre hasta mediados de febrero prácticamente en el dique seco por la recuperación de mi hombro, por lo que estaba claramente fuera de ritmo. Si a eso le sumamos unos últimos meses bastante descentrado mentalmente, teníamos un cóctel potencialmente explosivo como para no cubrir las más mínimas expectativas. De los cinco jugadores que disputábamos el torneo, yo era quien estaba en peor estado físico. Venía muy motivado para ganar este título, porque podría ser el último que juegue, y porque hay una persona a la que desde hace dos años se la tenía que dedicar.
La final fue muy disputada. Jugué contra mi amigo Ramón C., que estaba contentísimo de llegar a la final tras ganar un durísimo partido contra el jugador más en forma de la categoría, y que venía a disfrutar de un gran partido, pues ambos hacemos un tenis vistoso y atractivo, y aparte de los nervios propios de un partido de competición, y más si es una final, nos conjuramos en ofrecer un buen tenis. Los nervios lógicamente afloraron, pero jugamos un partido muy igualado que sólo se resolvió en los puntos clave de cada set.
Hubo un momento mágico para mí en ese partido, y fue el momento en que dispuse de la primera bola de partido con mi saque. Le pedí ayuda a una persona que lo ha sido todo para mí. Me tomé mi tiempo, me concentré, y me salió un saque casi perfecto para rematar la reñida final. Seguramente la treintena de personas que estaban viéndonos no entendieron cómo pegué un grito enorme "¡¡¡Vamoooossssss!!!" y rompí a llorar como un niño durante unos minutos. Mi amigo Ramón vino a consolarme y nos fundimos en un abrazo. Ese grito fue la liberación de todo lo que he pasado estos últimos meses, un año muy difícil en todos los sentidos, un año lleno de estrés, de lesiones, de insatisfacciones, de incomprensiones, de distanciamientos, de momentos muy duros, de momentos muy emotivos. Un año en que he tocado el cielo por unos segundos, pero también he sentido en mis entrañas el fuego del averno. Quizá ha sido el año que he tenido las emociones más a flor de piel. Y con ese grito me deshacía de todo lo que me había atenazado.
También podría ser el grito de mi liberación de una etapa. Me planteo si seguir con la competición. Quizá sería buen momento de dejarlo, o jugar en plan light. Mi hombro no durará mucho tiempo en condiciones, y mis lumbares cada vez me duelen más. Es una pena, porque ahora me siento con buenas sensaciones, pero quizá debería disfrutar de nuevo con el tenis, pues me sirve como válvula de escape, pero la competición pone en evidencia en ocasiones todo lo que bulle en mi interior.
Intuyo que se me avecina una época de cambios. Desconozco de qué calado. Siento que estoy en una etapa de transición. Pero muchas veces me digo que desde que falta físicamente mi padre, hoy hace exactamente dos años, no soy el mismo. Mis padres sacrificaron toda su vida por la crianza de sus hijos, y cuando ya los dejaron a punto de luchar por ellos mismos, vivieron una vida de pareja de sólo un puñado de años, los justos hasta que las enfermedades comenzaron a minar su salud. Ello me ha hecho pensar que no disfrutamos suficientemente de la vida, me doy cuenta de que ésta se me escapa minuto a minuto y sé que el mejor modo de encontrar la felicidad es realizándome yo mismo buscando un espacio donde vivir con intensidad y expresar con toda naturalidad mi ser sentimental, rompiendo o superando las limitaciones del entorno y de las circunstancias, ese ser que una persona a la que quiero mucho me ha puesto por apodo. Por de pronto comenzamos con el trabajo, con un más que probable cambio de estatus. No es que quiera cambiar hasta los percheros, como Jorge Valdano, pero sí debería cambiar en cierto modo las formas. No os preocupéis, todo lo que no sea mejorar y enriquecerme como persona, ni me lo planteo.
4 comentarios:
Jose Luis..tengo mis serias dudas que yo ganase un torneo de tenis a los veteranos +80...jaja...enhorabuena y arriba ese ánimo porque eres un tío fenomenal...!!
Modesto
Modesto... como tu nombre indica, no dudo que no sólo eres capaz de ganar un veteranos +40, sino un juvenil +14, jajaja. Un abrazo para otro tío más fenomenal todavía!!!
A los que pasamos hace tiempo de los 28, nos pasan estas cosas, a mi por la rodilla. Pero lo importante está de hombros para arriba (Woody Allen lo llamaría su segundo órgano favorito, ja!), capaz de rejuvenecer o madurar cuando uno quiera. Yo sigo con deportes de raqueta más moderadamente y alternando o buscando con otras cosas. ¡Toma aire y que tengas Feliz Dia!
Tienes razón, Nostromo, lo más importante es lo que llevamos sobre los hombros. Si eso no funciona, por muy bien que estemos físicamente, tenderemos a complicarnos la vida más de lo necesario y a no tratar al organismo en la medida de lo que podemos exigirle. Un saludo.
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