An end has a start es el segundo álbum de la banda indie rock británica Editors, lanzado en junio de 2007 en Reino Unido y el mes siguiente en Estados Unidos. El álbum fue certificado con Disco de platino en Reino Unido poco después de su publicación, alcanzando el puesto número 67 en la lista de álbumes británica de fin de año en 2007, habiendo vendido ya en ese momento 600 mil copias en todo el mundo.
An end has a start fue recibido con críticas positivas. The Guardian escribió que "el cantante Tom Smith atempera su constante ansiedad con destellos de optimismo, su frágil nihilismo con empalagoso sentimiento". NME escribió que "An end tiene un comienzo que resulta ser la crisálida del álbum, con los Editors estirando sus músculos sónicos, empujando los primeros husos de cualquier nueva forma que extraerán de su envoltorio de rock oscuro en sus siguientes trabajos". Trident escribió, "es una pena que su prematuro éxito comercial haya mancillado la creatividad de los Editors, porque An end contiene su cuota de puntos brillantes". Y Stylus Magazine escribió, "un disco que es tan mortalmente serio que cada una de sus diez canciones podría estar asociada con su propia plaga bíblica".
Editors, fue la última banda en unirse al tren de las nuevas generaciones influídas por el sonido new wave de comienzos de los años 80. En 2005, cuando salió su sobresaliente debut The back room, ya habían saltado a la palestra bandas como Interpol, The Killers o The Strokes, y algunas de estas formaciones ya habían grabado su segundo disco. Esta obra puede estar perfectamente a la altura de la calidad de los debuts de las tres bandas mencionadas, aunque, al llegar en último lugar, la repercusión mundial no fue tan impactante.
La primera entrega de la banda liderada por el cantante, guitarrista y teclista Tom Smith, incluía tremendos bombazos de energía, basados en un aluvión de guitarras sin grietas, como por ejemplo Munich, que fue uno de los singles que abanderaron la promoción de la obra. El resto del grupo lo completan Chris Urbanowicz como guitarrista, el bajista Russ Leetch, y Ed Lay a la batería. El disco mostraba a Editors como una banda que recordaba mucho a Joy Division, y si unos años atrás con la irrupción de Interpol, las comparativas entre la voz de Banks y la del difunto Curtis fue motivo de muchos comentarios, aquí la voz de Tom Smith a ratos parece la reencarnación de la del líder de la banda de Manchester.
Después de haber pasado un año luchando contra las comparaciones con Joy Division e Interpol, el post-punk claustrofóbico de su debut, The back room, ahora se convertía en expansivo y emblemático, con su obsesión por la alienación urbana eclipsada por un despertar al amor y a la conciencia de la muerte. El cantante Tom Smith atempera su constante ansiedad con destellos de optimismo, su nihilismo frágil con sentimiento empalagoso. La madurez de Smokers outside the hospital door, con sus guitarras en cascada y vacilantes coros, y la descarada ternura de Push your head towards the air muestra a la banda creciendo con dignidad.
Al igual que Interpol, Editors intentan llevar lo mejor que pueden el sambenito de ser comparados una y otra vez con Joy Division. En su álbum de debut, The back room (Kitchenware, 2005), había todos los ingredientes necesarios para que esto fuera así: oscuridad, tristeza, y, sobre todo, la voz de su cantante, Tom Smith, heredera directa de la del malogrado Ian Curtis. Lo cierto es que, a pesar de su notoria falta de originalidad y de contar con varias canciones de indudable gancho (Lights, Blood, Bullets y la memorable Munich), los de Birmingham consiguieron vender más de medio millón de copias, ser candidatos al Mercury Prize y llegar al número 2 de las listas de ventas británicas.
El difícil trago de la reválida de momento les funcionó muy bien, pues An end has a start (Kitchenware, 2007) consiguió alcanzar el puesto más alto en las listas británicas. Ambición, desde luego, no les faltaba, como demostraban las declaraciones de Smith a EP3: “Nos sentimos grandes y poderosos y somos obsesivos. Me gusta que un tema me atrape, me excite y me conmueva. Así fue como me sentí cuando oí OK Computer, de Radiohead, y así me sigo sintiendo cada vez que lo escucho. Y eso es exactamente lo que quiero provocar”. Se pueden reconocer ciertos ecos de la banda de Thom Yorke en When anger shows, pero, por lo demás, parece más una forma de desviar la atención acerca del referente de siempre que algo que responda a la realidad.
En su favor hay que decir que las composiciones son más sólidas que en el disco anterior, y que no es difícil citar varios momentos acertados: el single Smokers outside the hospital doors, An end has a start, Bones, When anger shows, The racing rats, Escape the nest, Spiders... En cambio, carece de originalidad en los arreglos, y las guitarras agudas pueden dar sensación de resultar repetitivas.
An end has a start quizá no tiene la electricidad del primer trabajo de los Editors. The back room estaba cerca de un debut perfecto, ofreciendo un atractivo conjunto de canciones catárticas y neo-post-punk nocturnas. La inspiración y el espíritu exploratorio realizado en el primer álbum no se muestra en su segundo trabajo, y la mayor parte de su material, aunque bien elaborado, suena bastante seguro. Sorprendentemente, sin embargo, en última instancia funciona mejor que su predecesor como un álbum cohesivo, que fluye, un trabajo mucho más directo y contundente que, alejado de los parajes brumosos, se acerca a la épica del rock de estadios.
Tras el inesperado éxito de su álbum de debut, los Editors podían tomar dos caminos: o bien seguir una carrera trazada con discos con sonido a lo U2, o por la ruta de grandes baladas de Coldplay/Snow Patrol, playlists de Virgin FM y giras por grandes estadios. El hecho de que An end has a start no estableció realmente a la banda en ninguno de los dos campos podría sugerir que la banda estaba o fuera de su camino natural, o más probablemente imperturbados por las expectativas. Seguramente su único objetivo era crear un disco por lo menos a la par con su predecesor.
Eso no evitaría las comparaciones con Snow Patrol, sin embargo, particularmente mediante la unión de los Editors con Jacknife Lee para producir este segundo álbum. Además, el single principal, Smokers outside the hospital door muestra una sensación de vacío y desesperación similar a Chasing cars, a pesar de su mejor construcción debida a las inquietantes pronunciaciones del vocalista Tom Smith y el sonido de guitarra con la firma de Chris Urbanowicz. Smith es un profeso fan de R.E.M., y aunque su estilo con el de Michael Stipe deambulan a kilómetros de distancia, parece claro que R.E.M. ha podido influir en la percepción de Smith en el oyente, dándole esa mezcla elegante, personal e íntima, mientras es capaz de vociferar ante un estadio entero.
Los titulares de la prensa en los que se relacionaba a los Editors con Joy Division, por más que les pese han acompañado a los de Birmingham desde su debut. Si bien es cierto que el parecido de las voces entre Tom Smith e Ian Curtis es asombroso (hay quien piensa que lo de Tom Smith sólo es una pose), existen muchos detalles que objetivamente distancian a Editors de las leyendas de Manchester. Como ejemplo sirva que An end has a start, entró directamente en el número 1 de la lista general de éxitos británica, mientras que Joy Division tuvieron unas ventas más que discretas a lo largo de su carrera y sólo tuvieron un fuerte repunte tras la trágica desaparición de su cantante. Y también, las trayectorias de sus respectivos vocalistas, pues uno vivió y murió atormentado por sus propios fantasmas, y el otro vivía embriagado de euforia, justo en el epicentro del éxito. Por no hablar de la profundidad de las letras de Joy Division o el potencial sobre el escenario de los Editors que acrecienta notablemente sus canciones. An end has a start es un disco para las masas, con un atractivo para el oyente (que se le puede llamar comercialidad) que supera al de su espléndido debut.
An end presenta la misma fórmula post-punk que su predecesor y caracteriza a los Editors como una versión un poco más temperamental y melódica que Interpol. Las únicas diferencias estilísticas significativas aquí son la más refinada producción y una paleta instrumental marginalmente más amplia, manteniendo las guitarras en eco y los pulsantes tambores, pero hay también un cociente superior de piano, guitarra acústica y sintetizador atmosférico. El maravilloso barítono maravilloso de Tom Smith es tan abatido como siempre, y sus melodías pegadizas continúan siendo la principal atracción. A pesar de todas estas similitudes con The back room, An end has a start adapta y junta todos estos elementos completamente. Mientras que The back room fue un lanzamiento asombrosamente consistente, An end has a start es una oferta más ecléctica que parece construída alrededor de unas pocas canciones destacadas, como Smokers outside the hospital doors, Bones y The racing rats, que simplemente dominan su entorno con sus emblemáticos estribillos y versos hábilmente desarrollados. También son apreciables When anger shows y Escape the nest, y con estas cinco canciones casi se puede garantizar la escucha por cualquier autodescrito fan post-punk/indie rock. El resto del álbum es uniformemente decente pero no espectacular, alternando entre números rockeros convencionales y otros ligeramente recargados. Quizás éste es el caso de una banda que está intentando replicar de una manera trabajada la enormidad de su debut.
En este disco el grupo apostó por una producción que raya a gran altura, nítida y robusta, en la que cada intrumento ocupa una parcela de protagonismo realmente diáfana. La guitarra de Chris Urbanowicz suena serpenteante y escurridiza, con acordes infinitos que canalizan la épica del trabajo recordando a la primera época de U2. El bajo, por su parte, dibuja en cada tema la oscura sombra que proyectan guitarras y pianos, aportando empaque y elegancia junto con la percusión a las melodías. Compositivamente hablando nos encontramos ante una colección de singles en el que imperan las melodías con gancho, pero también el amargor y la oscuridad. Como en su primer disco, Editors siguen teniendo atracción por los dominios más sombrios de los 80, pero lo saben disimular bien añadiendo algún guiño a la nueva ola de rock británico personalizada por bandas como The Rakes o Arctic Monkeys. Gran parte de la lírica en el álbum está mediatizada por la reciente pérdida de seres queridos de varios miembros del grupo. Lo más importante es que la banda toca a través del disco con sentimiento y emoción genuinas. Se pusieron a escribir música que estaba de moda en ese momento, pero sonaba mucho más convincente y auténtica que la mayoría de la que hacían sus compañeros a lo largo de la década.
Desde el primer tema, Smokers outside the hospital door, queda patente lo que nos vamos a encontrar. Canciones de alto voltaje como el segundo single An end has a start, estallidos post-punk en pleno siglo XXI como Bones y The racing rats, o incontestables ejercicios de virtuosismo sonoro como el dramático Escape the nest. Contrastando con los temas más explosivos, hay piezas del estilo de The weight of the world o When anger shows, que nos introducen a unos Editors más sosegados donde las guitarras parecen desgarrarse de desesperación.
El primer single, Smokers outside the hospital doors, es efectivo. Es una gran canción edificada desde un ritmo de tambor a unos coros aumentados que le dan un completo sonido exuberante. Los precisos acordes de Munich o la fuerza de Fingers in the factory se convierten en una serie de recursos melódicos cuya función es conmover al estilo Coldplay. Manteniendo los graves de Tom Smith y las guitarras de Chris Urbanowicz, la línea del disco intenta involucrar al oyente por lo sutil, por el efecto nostálgico de unas composiciones correctamente ejecutadas, hasta lograr alcanzar la belleza. Probablemente podría haber funcionado mejor hacia el final del disco, pero como una declaración de intenciones, resulta explosiva, para mostrar una banda con el objetivo de un gran sonido, un gran álbum y un gran impacto.
Los coros en algunas canciones se emparentan a la épica de Arcade Fire, y los sintetizadores hacen penetrar agudos que inyectan calor, intensidad y dinamismo en los temas, a diferencia del frío esquema de The back room, cuya rigidez y repetición sonora heredaba toda la potencia de Joy División. Sin embargo la temática de las letras sigue siendo un conjunto de elegías oscuras con alusiones a lo catastrófico (muerte, enfermedad), pero la luz musical que genera cada tema, esa línea que sube hasta un alto clímax y que entrega energía esperanzadora a quien la oye, le quita el peso a las frases de Smith y desvía el camino de su poética.
And end has a start tiene varios de los elementos que su productor Jacknife Lee había trabajado con otras bandas. La intensidad que tan bien queda en la música de Snow Patrol o la sensiblería pop de Kasabian, le quitan fuerza a la propuesta de Editors, que quizás estén ingresando a otro territorio más luminoso y digerible. Por lo mismo, la composición está tan bien lograda y la postproducción es tan precisa, que cuesta no involucrarse en los vaivenes sonoros hechos para conmover, aunque esté en desmedro de la fuerza que la banda había trabajado en su debut.
Smokers outside the hospital doors es una dolorosa recreación personal de Tom Smith, algo lúgubre, ya que esos cigarros en las puertas de los hospitales, vienen a estar asociados a dolorosas esperas por algún allegado que esté puertas adentro. De hecho, Tom refiere que "la cosa más triste que nunca vi fueron fumadores en las puertas del hospital". El sonido es sumamente épico y se aleja del sonido puro new wave del primer disco. Esos riffs de guitarras tan subidos de tono y el fuerte impacto melancólico de Smith en su forma de cantar, suponen un punto de partida respecto a los primeros pasos de la banda.
No obstante, esta hinchada presentación es engañosa y el resto del disco no se aleja tanto de lo que Editors hicieron en el primer disco. Sin ir más lejos, el siguiente paso que damos en el disco nos enfrenta con An end has a start. El sonido vuelve a los parámetros de The back room. La guitarra es atronadora y punzante y no muestra fisuras. La promoción de la canción como segundo single se vio acompañada por un vídeo en el que la banda aparecía tocando infiltrados entre una curiosa coreografía con bailarinas vestidas de forma muy colorida. Ya es un clásico dentro de la banda su estribillo: "You came on your own / That's how you'll leave / With hope in your hands / And air to breathe" (viniste sola y así es como te vas, con esperanza en tus manos y aire para respirar). La banda alemana In Extremo hizo un cover de la canción en su álbum de 2008 Sängerkrieg.
Una vuelta al sonido registrado en Smokers outside the hospital doors se puede encontrar en la tercera canción The weight of the world. Un tema melancólico, aunque menos épico e hinchado que el primer single del disco. La cuarta canción, Bones, es una canción que puede recordar perfectamente a los compases más acelerados de la primera entrega de la banda. Desde los primeros acordes de la abrasiva guitarra eléctrica, la melodía es contundente. La letra, sobre todo en su estribillo es igual de contundente, cosa apreciable en frases como "Your face in my hands is everything good I need" (tu cara en mi mano es todo lo bueno que tengo). No todo es ruina y penumbra, y Editors lo expresan deseos de esperanza: "Every little piece of your life will mean something to someone" (cada pedazo de tu vida significará algo para alguien), canta Tom Smith en The weight of the world.
En la letra de When anger shows se aborda el sentimiento de rabia que cita el título y se incluyen versos bastante solemnes: "In that moment you realise / That something you thought would always be there will die / Like everything else" (en ese momento te das cuenta que algo que pensaste que siempre estaría ahí, morirá como todas las cosas). Una mezcla de melancolía y sonido calmado con un repunte sin igual de intensidad, una épica acongojante para conformar una preciosa canción.
The racing rats, como tercer single, prosigue el distanciamiento respecto a esa supuesta partida que mostraba Smokers outside the hospital doors. Un muro de sonido nuevamente sin fisuras y una intensidad descomunal de guitarras, sobre todo en la parte del estribillo. Put your head towards the air es como la segunda parte de The weight of the world en lo que al sonido se refiere. Algo de calma entre tanta intensidad y energía, que hasta la fecha son los principales raíles por los que discurre la locomotora sonora de Editors.
Escape the nest es un paso intermedio entre la melancolía y la intensidad, ya que tiene partes diferenciadas en las que se alternan ambos estilos. A medida que nos acercamos al final se dispone un tema emotivo y sentido, Spiders. La canción adopta una estructura de crecimiento de intensidad desde su incipiente inicio con Tom al piano y la entrada de los instrumentos para conformar un final de canción estremecedora. En estructura y sonido recuerda mucho a When anger shows, y quizás con esta nueva pareja de temas parecidos, se puede apreciar que el disco se compone de dúos de canciones similares salteados entre sí.
La canción que queda "soltera" y sin comparativa posible con el resto de sus compañeras de disco es Well worn hands. Un corte basado principalmente en la melodía de piano, sobre la que de forma sentida avanza la voz de Tom Smith. Simplemente se apoya en alguna programación para dar algo más de empaque, pero de forma muy sutil. Una punzante canción de amor, en la que se dicen cosas como "I don't want to go out on my own anymore / I cant face the night like I used to before" (no quiero volver a salir sólo nunca más, no puedo afrontar la noche como solía hacer). Quizás un tema excesivamente triste para finalizar un disco con tanta emoción. No obstante, estos temas donde mejor quedan es al final de los álbumes y su sonido alejado de los ritmos del LP hacen que tenga un carácter a modo de epílogo y propicia que tras su última escucha el oyente se quede meditando sobre lo que acaba de escuchar.
El disco incluye una portada con un paisaje bastante futurista eléctrico, con unas estructuras metálicas industriales difuminadas en la misma, que viene a metaforizar la energía que desprende el grupo, tanto en estudio como en directo. A nivel de calidad, podría situarse al mismo nivel de excelencia que el debut del grupo. Es un disco que incluye momentos melancólicos y enérgicos casi a partes iguales.
El resultado comercial fue bastante aceptable, y la repercusión mundial de la banda se vio incrementada notablemente. Además de ser número 1 y Disco de platino en Reino Unido, fue número 1 en la lista Billboard Heatseekers, 14 en la lista de álbumes independientes y 117 en Billboard 200 de Estados Unidos, número 2 en Holanda, 5 en Bélgica, 7 en Irlanda, y 9 en la lista de álbumes europea.
Fuentes: http://en.wikipedia.org, http://www.drownedinsound.com, http://www.theguardian.com, http://www.theguardian.com, http://pitchfork.com, http://www.rollingstone.com, http://entertainment.timesonline.co.uk, http://www.hipersonica.com, http://www.bbc.co.uk, http://rateyourmusic.com, http://www.sonidobscuro.com, http://jenesaispop.com, http://muzikalia.com, http://super45.net, http://discosmusicayreflexiones.blogspot.com.es, http://rincondesconexion.blogspot.com
Listado de canciones:
1.- Smokers outside the hospital doors
2.- An end has a start
3.- The weight of the world
4.- Bones
5.- When anger shows
6.- The racing rats
7.- Push your head towards the air
8.- Escape the nest
9.- Spiders
10.- Well worn hand
Edición iTunes:
11.- A thousand pieces
Edición Japón:
12.- Open up
Reedición US bonus EP:
13.- Banging heads
Vídeos:
Smokers outside the hospital doors - Editors
An end has a start - Editors
The weight of the world - Editors
Bones - Editors
When anger shows - Editors
The racing rats - Editors
Push your head towards the air - Editors
Escape the nest - Editors
Spiders - Editors
Well worn hand - Editors
A thousand pieces - Editors
Open up - Editors
Banging heads - Editors
No hay comentarios:
Publicar un comentario