¿Qué tendrá Lanzarote, para haber vuelto de nuevo, y saber que no es la última? Como decía aquel actor que se casaba en una película por cuarta vez con la misma mujer, Kim Basinger (creo que era Alec Baldwin): me va. La isla ya la había pisado en dos ocasiones, la segunda de ellas la erupción de lava se convirtió en niño. Así de volcánico nos salió el jodío. Y no fue con La-pilli. Sino con La-paqui.
La excursión prometía mis instintos más recónditos, pues mirando el mapa, de Tías se pasaba a Mancha Blanca. Prometedor. Y más, cuando vislumbré polvos acuáticos. Mi mujer me despertó del sueño. Son Jameos, Ja-Me-os, y no Jadeos del Agua. Ya iba quemao, nada más aterrizar en la isla. Todo el rato resonaba en mis oídos la rima "Venga a Lanzarote, para poner a tono el cipote". Empezaba la ebullición...
La isla se recorre tranquilamente en tres jornadas. En la parte Norte están las cuevecitas juntas: los ya nombrados JaMeos del agua, y la Cueva de los Verdes (color con el que uno se identifica más a medida que pasan los años...). Está el Mirador del Río, y lo que se ve desde allí es el Mar Atlántico, no un río, pero se asemeja mucho a un gran cauce la escasa separación con la pequeña y cada vez más habitada isla de La Graciosa. Hasta allí se llega desde el pueblecito pesquero de Órzola con barco y patera (sí patera, desde el barco de más calado te transbordan a una patera, y si ya llevas tres días en Canarias tomando el sol, los de tierra te miran de arriba abajo para ver si tu moreno es piscinero, o magrebí aderezado con cus-cus). La isla tiene pocas viviendas, y tres volcanes, y se puede recorrer con taxi. Tiene playas paradisíacas y, evidentemente, muy poco frecuentadas.
En la parte Sur está la zona de Playa Blanca, con buenísimas playas, como las del Papagayo, con vistas a Fuerteventura, a donde se llega con barco desde el puerto de Playa Blanca. Para llegar a estas playas, se ha puesto de moda el impuesto baleárico de acceso, con caminos impracticables hasta para las cabras, donde los coches, en vez de pasar la ITV, deberían pasar por ese par de kilómetros sin arreglar, que te tiembla hasta el páncreas.
Más al Oeste, se encuentra el Lago Verde, famoso por varios anuncios televisivos (El Charco de los Clicos), la zona de Los Hervideros, donde el oleaje ha formado curiosas cuevas de piedra volcánica, la zona del Golfo (no vi por ningún lado Apandadores, sólo algún que otro Seat Panda) , con varios restaurantes, más al Norte la zona vinícola de La Geria, donde se elabora el vino del Grifo (no, no sale del grifo), y más al centro el bonito pueblo de Yaiza, con reconocidos restaurantes donde se come muy bien. No me fui sin mi antojo de bienmesabe, un postre de frutos secos con caramelo, que está delicioso.
Junto a Yaiza se encuentra la maravilla de la isla: el Parque de Timanfaya (no, no es que te cobren 20 euros por una Coca-Cola en un casal fallero, -Timan-falla-), zona volcánica de la isla, cuya última erupción se produjo en el siglo XVIII, llegando la lava lentamente a casi toda la isla. Allí podemos divisar desde un autobús todas las montañas volcánicas de la zona, con magníficas y acongojantes vistas, y las demostraciones a los turistas de la temperatura del subsuelo, con hojas que se prenden solas, agua que sale vaporizada a presión como un geiser, y carne que se hace a la brasa sin fuego, que sólo hacían que incidir en mi calentón isleño pujando por reventar.
Y más al centro se encuentra la Fundación César Manrique, diseñador de la isla, todo se hizo según sus directrices, hasta que un accidente de automóvil dejó a Lanzarote huérfana de su factótum principal. Además, sus dos ciudades más importantes: Arrecife, la capital, con su calle peatonal llena de comercios, en que tabaco y perfumes se encuentran a buenos precios, y construida en torno a sus caprichosas formas costeras; y Puerto del Carmen, que es una especie de Magalluf, Lloret de Mar, Benidorm, o sea, repleta de baretos, restaurantes, puestos de souvenirs y de aparatos electrónicos, con sus consiguientes hordas de guiris de tez gambera, pancha bírrica y forzada verticalidad. Más al Sur se encuentra el bonito Puerto Calero, zona algo más señorial, con un puerto encantador.
Y esto fue lo que dio de sí una semanita de desintoxicación laboral y familiar. Vienes como nuevo, pero también vienes como un Vitorino, porque eso de dormir en el mismo lecho que tu cónyuge con un muro separador con forma de niño tantos días, quema. Más que el sol. Y más si te hartas de ver carnes redondas, naturales y artificiales, y la piel que sueles tocar quemándose al sol lanzaroteño, sin poder tocarla, la ves hervir como la lava, todo hierve como la lava, hasta los pensamientos. El magma se hace más y más grande, puja por salir a presión, así que la primera noche sin polizontes en la cama puede ser terrible... Y lo malo es que sus efectos duran y duran, justo hasta que nuestro organismo es invadido por el bromuro laboral y rutinario. Y eso tarda muy poco.
2 comentarios:
Ale bonico.... pues yo no digo nada porque me he comprado una hipoteca bajo un volcán del municipio que permite ver Fuerteventura y la Isla de los Lobos.... y se olvidó del anochecer tomando una cervecita en el Golfo...
Little
Pues rece usted para que no se despierte el calent�n isle�o, que me lo veo volviendo a Val�ncia por los aires sin necesidad de aviones.
P.D.: magn�fica inversi�n la suya. Aquello es otro mundo.
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