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martes, junio 08, 2010

LA PRINCESA QUE CREÍA EN LOS CUENTOS DE HADAS

La princesa que creía en los cuentos de hadas
trata, en modo de relato infantil, el proceso de descubrimiento de la verdad por una princesa, Victoria, educada bajo el corsé de unas rígidas normas que no permitían el más mínimo explayamiento de sus inquietudes personales reflejadas en su ser interior, Vicky, con quien entra constantemente en conflicto, pues no es aceptada por su entorno.

Esperando la llegada de su príncipe encantado durante toda su infancia y adolescencia, finalmente ésta llega puntual e ilusionante, plena de amor. Pero tras una etapa de encantamiento y felicidad, el príncipe comienza a manifestar su lado negativo derivado en última instancia de la ausencia de cariño en su infancia. Cree que su princesa está invadiendo su espacio vital y reduce su autoestima, y lo que antes era el Doctor Risitas, cariñoso y haciendo la vida feliz a los demás, se convierte cada vez más en el Señor Escondido, un ser huraño, envisioso y reprochador.

Victoria, contrariada e intentando por todos los medios revertir la situación y retornar al Señor Risitas sin éxito, busca el consejo de un búho sabio, quien le recomienda un viaje hacia el Camino de la Verdad, para llegar al País de Es y el Templo de la Verdad, en el que los cuentos de hadas pueden hacerse realidad. Será un viaje lleno de obstáculos, pero en el que aprenderá a pensar por sí misma y a extraer la verdad de su interior.

A pesar de ser catalogado como libro de autoyuda, es un relato que invita a creer en sí mismo y a autoconfiar en nuestras capacidades.

Pero lo mejor del libro son una serie de frases que invitan a pensar:

- Para que cambien las cosas, debes cambiar tú primero.

- Nunca se puede aprender la verdad en boca de los demás, cada uno debe descubrirla por sí mismo.


- La habilidad para hacer lo que es mejor aunque no coincida con lo que uno quiere, es un signo de madurez.


- El miedo y la duda nos impiden ver la realidad.


- Sentir que nos estamos ahogando es una oportunidad para conocer la verdad.


- Cuando a uno le duele el estómago de hambre y desconoce la verdadera causa de este vacío, las ilusiones se convierten en su amo y él en su esclavo.


- Las heridas diarias pueden obligar a la gente a realizar cosas extrañas y les hace sentirse vacía.


- La gente se convierte en víctima de víctima cuando su necesidad de ser amada eclipsa su necesidad de ser respetada.


- La gente busca lo que conoce, lo que le resulta familiar y más cómodo, pero siguen desesperadamente intentando hacerlo bien, encontrar la solución y terminar los asuntos pendientes; por desgracia, casi siempre tratan de hacerlo de la misma forma con la que fracasaron la primera vez.


- Todo es como queremos que sea, eso es lo que hace que sea perfecto, y lo único imperfecto es tu mamera de percibir la perfección.


- Algunas de las lecciones más valiosas se aprenden cuando el dolor es más intenso.


- Uno no puede amar a una persona que no le gusta, y eso significa que te guste lo que la otra persona es en realidad y no lo que quieres o necesitas que sea.


- El amor verdadero significa libertad y crecimiento antes que posesión y limitaciones.


- Cuando uno no es tratado con respeto, aparece el dolor y nadie lo puede evitar.

A nivel personal, algunas de estas frases me han impactado. La vida es muy dura, y para una persona sensible como yo, con extremada propensión a sufrir terremotos emocionales, con apariencia externa de seriedad y sensatez, pero con graves contradicciones internas, nos pone en situaciones complicadas que exigen finalmente decisiones importantes. Hay que sopesar todo, estudiar de arriba abajo los problemas, ponderar las posibles soluciones con sus beneficios y pérdidas. El trayecto habitual es el retorno a los cuarteles de invierno, buscando el abrigo frente a las inclemencias para evitar los riesgos inherentes de quedarte a la intemperie. Pero, en este caso, hay que tener en cuenta que la amargura fagocita poco a poco el terreno a la felicidad y destroza progresiva y aceleradamente tu interior.

Hace unas semanas un amigo se me quejaba que quería encontrar el equilibrio. Le pasé mi reflexión sobre los equilibrios. Me dijo que lo había entendido perfectamente y que me volvería loco si no me conformaba con lo que tengo. No le hice caso. Tenía razón. Quise buscar mi verdad, la encontré, pero ésta resultó un imposible. Es el peligro de encontrar la verdad de uno mismo: que puede no ser la que quieres oir, o que es irrealizable e imposible.

Gran parte de nuestra vida buscamos esa persona perfecta que te haga vivir cada segundo con intensidad, que te haga decorar la vida con una paleta de colores con todos los tonos posibles, que te motive a hacer todo lo rutinario y farragoso sólo porque lo haces para la persona a la que amas, que desees no dejar este mundo para disfrutar todo lo posible de lo bueno que tiene esta vida con ella. Te cruzas en la calle con muchas mujeres pensando en si no será esa persona que te gustaría conocer profundamente mucho más allá de una simple percepción visual. Casi nadie lo logra en realidad. Y menos en el momento oportuno. Lo que es frustrante es encontrarla a destiempo, cuando no lo esperas. Porque las renuncias son demasiado traumáticas y llegas fuera de puntualidad y situación. Termina por afectarte a lo más hondo de tu ser y te perfora la línea de flotación.

Sí, como bien decía mi amigo, para volverse loco...

lunes, octubre 27, 2008

Touching from a distance

Deborah, viuda de Ian Curtis, cuenta la historia de su ex-marido desde la óptica de la novia, esposa y madre de su hija en común, Natalie, en su libro Touching from a distance. La película Control, dirigida por Anton Corbijn, basada esencialmente en este libro, complementa la historia con Deborah como tercera persona.

Ian fue un joven ambicioso, ensimismado, introvertido y con ciertos toques de genialidad. Surgido del sórdido Mclesfield manchesteriano, amante de la música inglesa de principios de los 70 (Bowie fue su guía), se hizo un hueco en la incipiente Madchester a través del grupo que pretendían formar Bernard Sumner, Peter Hook y Steve Morris. Fue con ellos al famoso concierto de los Sex Pistols de Manchester en 1976, y se postuló como el cantante que buscaban.

Tocaron inicialmente como Warzaw con estilo e indumentaria punk. Ian decidió cambiar el nombre a Joy Division, que evoca provocativamente a un grupo de prisioneras que satisfacían sexualmente a los nazis, cuya estética adoptaron en su primer EP, An ideal for living.

Un momento álgido fue cuando conocieron a Tony Wilson y éste les dejó actuar en su programa de televisión. Debbie debió ver entonces, como se refleja en la película, algo diferente en Ian, cantando Transmission en directo.

Efectivamente, el éxito fue rápido y fulgurante, a la vez que a Ian se le manifestaban por primera vez ataques epilépticos. La combinación de la enfermedad, los conciertos, su trabajo como asistente social, la medicación, y sus responsabilidades familiares, eran demasiado para Ian.

Ya sólo faltaba en el cóctel la irrupción de la bella y sensual Annik para hacer tambalear y desmenuzar su mundo construido desde bien joven. En la película manifiesta que estaba pagando decisiones erróneas del pasado. Lo cierto es que no podía elegir a Annik sin hacer daño a Debbie. Ni podía dejar a Annik.

No pudo asumir la fama. Cuando su manager, Rob Gretton, les informó de su próxima gira americana, los acontecimientos se preciptaron. Ian sabía que no era capaz de soportarla. Decidió llevar a cabo su sueño de juventud: no llegar a cumplir los 25 años. Había llegado la hora de cumplirlo.

Quizá, como relata Debbie en su libro, faltó sentarse todo el entorno de Ian ante una mesa para debatir por qué había llegado al punto de decidir suicidarse. Quizá todos lo pensaron, pero ello no iba a devolverle la vida. Fue demasiado traumático para todos.

Sus últimas letras podían tomarse como un anuncio de lo que vendría. Love will tear us apart, Atmosphere, Something must break, Ceremony, Passover, Heart and soul, Dead souls, In a lonely place, canciones que hablan de muerte, de tristeza, de gelidez glacial, de amores imposibles.

Peter Hook declara en el libro que "Ian no estaba en otro plano, sino en un jodido aeroplano; todavía estoy enfadado: nos dejó preparados para el éxito". Meses más tarde Bernard, Peter y Steve, junto con la novia de éste, Gillian, deciden superar el mal trago y refundarse como New Order. Con toques más pop y electrónicos. Pero eso ya es otra historia.

lunes, marzo 10, 2008

MAX AUB -El laberinto mágico-

Recién acabada de leer la sexalogía de Max Aub sobre la Guerra Civil Española, uno no puede quitarse de la mente la gran tristeza que siguió al conflicto. No sólo por los daños materiales y humanos de la guerra en sí, sino por la pérdida de la ilusión de toda una generación, que nunca acabó de reponerse del todo.

Familias separadas, casas destrozadas, hambre, pérdida de libertad, fusilamientos indiscriminados, humillación de los vencidos, porque los vencedores no buscaban una victoria, sino una humillación que cercenase el nacimiento de una nueva generación competidora y alejase por siempre jamás a la generación que "llevó por el mal camino" a España.

Muy pocos pudieron ver con sus propios ojos el restablecimiento de la libertades. Y lo vieron cuando ya no tenían cuota de poder en la sociedad. Toda una vida perdida, lejos de su tierra, o en su misma tierra escondidos emocionalmente tantos años.

La sexalogía comienza con el libro Campo cerrado, en que se narra el comienzo del alzamiento en Barcelona, y relata la historia de un muchacho de un pueblo de Castellón que emigra a Barcelona a ganarse la vida y se ve envuelto en el ambiente anarquista, y en los movimientos políticos que desembocaron finalmente en el alzamiento en la capital catalana.

El segundo libro, Campo abierto, narra la resistencia en Madrid el mes de noviembre de 1936. Hasta 400 barberos se liaron a pegar tiros al grito de "No pasarán". Y no pasaron. Las tropas de Franco querían tomar la capital para golpear moralmente a los republicanos, pero la resistencia fue tan fuerte, que cambiaron de objetivo logístico, e intentaron envolver poco a poco las principales capitales.

El tercer libro, Campo de sangre, narra la batalla de Teruel, en que las fuerzas estuvieron muy igualadas, pero ya se deja entrever la escasez de medios de los republicanos, ahogados por la falta de ayuda logística y armamentística.

El cuarto libro, Campo francés, es un salto adelante, en la Francia ocupada, con algún personaje que aparece en otro de los libros de la sexalogía, escrito todo en modo de diálogo. En él se narra la detención por el gobierno francés de presuntos alborotadores y sospechosos de colaborar con el invasor alemán, sólo por haber luchado en la guerra española, o tener ideas de izquierdas.

El quinto libro, Campo del Moro, nos devuelve a Madrid, y relata los sucesos que continuaron a la toma del poder del coronel Casado, siendo el principal ideólogo Julián Besteiro, con la consigna de purgar a comunistas y socialistas radicales, por haber a llevado a las tropas a la derrota con su política, intentando pactar el final de la guerra con Franco, con mediación inglesa y francesa.

Y el sexto, Campo de los Almendros, relata la evacuación de València ante la inminente llegada de las tropas franquistas, y la huída hacia Alicante, donde se promete por las autoridades republicanas barcos para todos, para la repatriación de los vencidos, en base a un pacto verbal de Casado y Franco. Ya circulaban listas de represaliados, y muchos de estos intentan salir del país.

Se llegaron a reunir entre 30 y 40 mil personas en el muelle del puerto, en condiciones inhumanas. Tras prometerse por el Comité de Evacuación barcos suficientes, posteriormente se consiguen menos de los previstos, se restringen las listas, con conflictos en cuanto a las proporciones de cada grupo ideológico, y finalmente se promete un barco de 400 plazas.

El momento cumbre del libro y de la sexalogía se produce al mediodía del día 30, cuando los refugiados ven llegado el momento tan esperado de la huída, al divisar un buque en la entrada del puerto, efectuando finalmente la entrada el Vulcano ante la expectación de la gente que se hallaba hacinada. Pero cuando lo ven llegar ondeando la bandera rojigualda a los sones de la Marcha Real, en ese momento saben que su vida ha terminado. Muchos no fueron conscientes de que se había perdido la guerra hasta este momento. Algunos se suicidan allí mismo, otros son llevados a campos de concentración, donde poco a poco irán acabando con la mayoría de ellos, otros se desprenden de todos sus documentos personales, otros cambian totalmente, y deciden olvidarse de todo lo que han sido y colaborar con los vencedores.

En cuanto a los personajes, además de Rafael Serrador, del que el primer libro cuenta al final que muere, aunque en el Campo de los Almendros se le cita como posible maquis en las montañas del interior de Castellón (la historia empieza y termina con los mismos personajes), los grandes protagionistas son la pareja de jóvenes Vicente Dalmases y Asunción Meliá, estudiantes valencianos que se conocen en una compañía de teatro, que posteriormente se desplaza a Madrid, alistándose Vicente en el ejército. El destino final de Vicente queda abierto, sólo se habla de que muy pronto lo enjuiciaría, a pesar de que parecía que iba a eludir la justicia, y Asunción vuelve a casa de su tía.

También aparecen en varios de los libros la pareja intelectual formada por Julián Templado, médico cojo, descreído y veleta, que va de mujer en mujer, que se lo toma todo a chirigota, y que está a punto de ser purgado por colaboracionista, gracias a la denuncia de una mujer a la que ayudó a salir de España. Al final del libro, la única alegría es que la misma mujer es quien lo saca del campo de concentración. Y por Paulino Cuartero, debatidor filosófico empedernido durante toda la guerra con Templado, encargado del traslado de obras de arte, padre de cinco niños, con una vida marital triste, y que en Barcelona se enamora de la hija de un ajusticiado por los republicanos. La familia se va a París, y él no puede dejar España. Al final su destino es una incógnita.

También aparecen el capitán Herrera, muerto mientras iba en un tanque en la batalla del Ebro, y Rivadavia, jefe de policía en Barcelona, que salva a Templado de algún desaguisado, y del que no se tiene más noticia tras la toma de Barcelona. Villegas, coleccionista de obras de arte, que muere accidentalmente en el puerto de Gandía, sin que nunca se entrease su mujer. Como tantos otros de cuyo destino nunca más se supo. Riquelme, un médico que ejercía en Madrid, y no quiso abandonar su puesto por celo profesional, aunque sabía que sería "escabechado" por los franquistas en cuanto cayese en sus manos. Y Luis Salomar, cabecilla de la revuelta en Barcelona, que sobrevive a las cárceles republicanas, y aparece finalmente como hombre del nuevo régimen para expoliar el legado artístico de Villegas a su viuda.

En definitiva, un libro triste, que te deja mal cuerpo, y que te hace pensar cómo podemos preocuparnos tanto en la actualidad por intrascendencias, cuando lo vivido por hace sólo dos generaciones fue realmente atroz. Un libro escrito magistralmente por Aub, quien relató la Guerra Civil en modo de seis entregas, describiendo cómo fue derrumbándose una sociedad que no supo aprovechar su oportunidad, y cómo un frío y crudo otoño puede durar 40 años. Toda una vida. Toda una generación perdida.

viernes, enero 18, 2008

DE MUNDOS Y ESPEJOS

Desde que me enteré del argumento del último libro de JJ Millás, El mundo, sentí el impulso de dedicarme a su lectura. Millás es uno de mis articulistas favoritos. Se desenvuelve como nadie en el cuerpo a cuerpo, expresando múltiples y diversas ideas en un texto corto. Le encanta jugar con la semántica, con los absurdos, y con la literalidad de las expresiones. En un libro, lograr tanta expresividad se antoja complicado, si no es a ráfagas. Pero con El mundo, Millás logra concatenar una historia con sentido de la primera a la última página, con lectura agradable. Al final, el libro te deja con ganas de más. Como si esperases la continuación.

Millás habla sobre la ruptura de su mundo que produjo el traslado de su familia desde València a Madrid cuando tenía sólo 6 años. De la luz, el clima templado invernal, el perfume a azahar, la fiesta contínua, pasó al ambiente frío y a la vida trepidante y rutinaria de una gran ciudad desde un barrio pobre como el de Canillas.

Cada traslado es una ruptura. Aunque continúes con la misma familia o en la misma empresa. Pero casi nada es igual que antes. Y si eres pequeño, aquel mundo se va convirtiendo cada vez más en la tierra prometida a la que sólo volverás en visitas esporádicas.

Mundos que se rompen. Por causas externas o por elección propia. En mi trabajo se ha inoculado con gran rapidez y profundidad el virus escapista. Sus síntomas son un ansia de huida trepidante. Todo es una mierda, y sólo una salida puede remediarlo. En la última convocatoria de traslados, el 30% de la plantilla ha solicitado su movimiento geográfico. ¿Qué ha pasado? ¿Qué hace a una persona romper con un mundo en que ha gastado la mitad o más de su vida, y arrastrar consigo a toda su familia en busca de un retiro dorado.

Catalunya es tierra de acogida. Pero tiene hechos diferenciales que complican la adaptación. Si a ello se suma un clima laboral enrarecido, con mucha presión, y con pocas expectativas de cambio, uno termina por buscar la comodidad, la tranquilidad y el cese de hostilidades unilateral. Es una apuesta. Cabe la posibilidad de no encontrar el oasis divisado, pero al fin y al cabo, es un cambio. La pecera estaba ya muy viciada y, hartos de esperar el cambio de agua, se deciden a ejecutar una pirueta saltimbanquinesca cuando se les abre la tapa para ser llevados a otra más atractiva.

Pero la huida no tiene por qué ser tan drástica. Millás nos propone una alternativa en su libro: buscar en el otro lado del espejo. ¿El otro lado?

Uno se mira al espejo y comprueba los efectos de la erosión del tiempo en el rostro. ¿Cómo hemos podido maltratar o dejar que maltraten nuestra faz de esa manera? Son las evidencias de los disgustos, del descuido y de la degradación orgánica.

Pero, ¿hay algo al otro lado del espejo?

Sí. Es ese mundo que, sin romper las bases de tu mundo, el lado real censuraría, criticaría o incluso prohibiría. Ese lado que, lejos de ser virtual, proyecta toda el potencial alternativo de tu yo. Eres tú mismo. Con el mismo semblante, pero riéndote en el fondo de esa figura atormentada que busca explicaciones y evidencias, y desea saber cómo es a los ojos de los demás. Que busca cómo enmascarar el sufrimiento o la dejadez. Que busca un refugio en el que oiga las balas silbar sin peligro de que destrocen tus órganos.

Es el lado de la evasión, de la fantasía, de la imaginación, de las relaciones a contracorriente, de aquello que cuestiona tu mundo real. Ese lado que te avergonzaría que se supiese o que nadie diría que serías capaz de transitar. Ese lado en que todo parece mentira pero es verdad, o en que todo parece verdad pero es mentira. Ese lado es real, tanto como el original. Existe. Sólo tienes que ponerte frente a tí y mirar más allá...

Cuando comienza la cuenta atrás de la vida, y las ilusiones se desmoronan como como torres una detrás de otra, es necesario dejar volar la mente y reemplazarlas por otras, descabelladas en muchos casos, improbables en los más, aunque sea en mundo irreal o en un mundo alternativo.

¿Qué tiene esto que ver con el que escribe. Muy sencillo: no he sido inmune al virus escapista. Pero la huída sería, no drástica, sino traumática y dramática, y con nulas posibilidades de eficacia a corto plazo. Volver al mundo que dejé cuando tenía 8 años es mi ilusión, pero sólo puedo soñar con ese viaje imposible al otro lado del espejo.

Sé que volveré, pero con toda probabilidad la vuelta será, como en el libro de Millás, en una urna o bolsa del Corte Inglés, y en formato cenizas que serán esparcidas en la Playa de la Malvarrosa o en el cauce del nuevo Turia.

P.D.: se ruega no tomarse el paso al otro lado del espejo en sentido físico. Se trata de no romperlo. Y menos de romperse la crisma.

jueves, febrero 01, 2007

LA MONTAÑA MÁGICA DE THOMAS MANN

Extraordinario. Es el mejor adjetivo que puedo encontrar para describir esta novela. Es un relato con un tempo y unos razonamientos filosóficos profundos en ocasiones, que engancha a medida que vas leyéndolo.

Mucha gente opina que es una novela dura de leer. Sobre todo por su extensión (alrededor del millar de páginas). Es una reflexión continua sobre el tiempo. Sobre la proximidad de la muerte. Sobre el suicidio. Sobre la vida de “allí arriba” en contraposición a la de “allá abajo”.

Al principio el tiempo pasa despacio. Llegamos casi a la mitad del libro, y sólo han pasado tres o cuatro meses desde la llegada del estudiante e ingeniero en aprendizaje Hans Castorp al hotel de lujo, disfrazado de sanatorio, de Berghof, en la alta montaña de los Alpes. Va a visitar a su primo, el recto militar Joachim, durante tres semanas. Su primo tiene una enfermedad respiratoria que debe curar, ya que si sigue su vida normal corre el grave riesgo de empeorar. Pero su estancia se prolongará bastante más de lo que pensaba, porque pasa de ser visitante a convertirse en un paciente más.

Hans empieza a acostumbrarse a no acostumbrarse. En la montaña, nada es igual. El tiempo se mide por unidades básicas de un mes. Los días no cuentan. Las estaciones llegan a confundirse. El amor fluye en la atmósfera, en modo platónico. No se concibe un amor verdadero en dos cuerpos enfermos. Es un amor sin futuro.

Los espacios de tiempo ociosos se consumen en la lectura, la filosofía y los paseos. Hans se siente horrorizado ante una puerta que golpea bruscamente cuando está sentado en el comedor, y su mirada se topa con unos ojos rasgados, “tártaros” dirá su preceptor. Será un amor de miradas, sin palabras, justo hasta el día antes de la partida de su amor. Con una declaración bellísima de Hans en francés, su querida Clavdia partirá sin fecha de retorno.

Hace amistad con el viejo italiano Settembrini, humanista y progresista, que le enseñará a pensar en ese ambiente donde no se piensa. Sus discursos son brillantes, y la mayoría de las veces fuera del alcance de la mente de Hans. El italiano pretende enseñar al joven, al que tacha de “niño mimado por la vida”.

Su primo no aguanta la falta de mejoría de su enfermedad, y decide volver a su ejército. Meses después deberá volver, y él sabe que ya no retornará a su vida militar.

Su familia de Hamburgo intenta rescatar a Hans, pero éste se niega a dejar su montaña mágica, con la excusa de que no está totalmente curado, pero en realidad espera la vuelta de su amada. Esta negativa a dejar su actual vida implica, y él se da cuenta, renunciar a su carrera y vida para la que estaba predestinado por lazos familiares.

El italiano deja el sanatorio y se instala en el pueblo de Dorf, junto a su contrapuesto ideológico, Leo Naphta, jesuita y escolástico. Sus duelos verbales son impresionantes. Muy profundos. Ambos compiten por hacerse con las mentes de Hans y sus amigos, y finalmente, y llevados por un ambiente de hostilidad, lo llevarán mucho más lejos.

Echa de menos a su primo el ínterin de su incorporación a filas, y lo llena con nuevos amigos y con charlas con sus dos mentores. Es de destacar el relato de su excursión con esquís, viéndose atrapado por una repentina tormenta, de la que parece que nos vamos a quedar sin protagonista, pero en última instancia desaparece tan rápido como sobrevino.

Su amada Clavdia vuelve. Pero, para desdicha de Hans, lo hace acompañando a un acaudalado y absorbente holandés, Mynheer Peeperkorn, por el que Hans se ve subyugado. No lo hace por la profundidad de su pensamiento, pues no es capaz ni de terminar las frases, pero sí por su carácter arrollador. Y por ser el destinatario del amor, interesado, de su Clavdia. Ésta se siente desilusionada por el comportamiento acomodaticio de Hans, y le manifiesta su miedo a los sentimientos con el holandés.

El torbellino holandés hace que hasta los ideólogos Settembrini y Naphta los acompañen en sus paseos. Pero sus continuas fiebres que lo mantienen en cama, y la confesión de Hans de que ama a Clavdia, le hacen tomar una decisión irrevocable.

Este es el punto culminante de la obra. A partir de ahí, desaparece Clavdia, los acontecimientos pierden en intensidad, y Hans se deja llevar. Ya no lleva cuenta ni del tiempo. Cuenta el detalle de que se le rompe el reloj, y decide no reponerlo. Encuentra una nueva ilusión en un gramófono recién llegado al sanatorio y en la música de ópera. Y en el espiritismo a través de una paciente. Llega a ver el espíritu de su primo, y el último capítulo quizá sea el colofón de este encuentro.

Los últimos capítulos infunden pesimismo, y desembocan en la última discusión entre Naphta y Settembrini, y en su resolución expeditiva.

Cuando lleva 7 años “allí arriba”, Hans despierta repentinamente a la luz de los sucesos mundiales, y cree llegado su deber de luchar por sus ideales y por los deberes inconclusos de su primo Joachim.

Las últimas páginas nos hablan de un Hans batallando en los campos embarrados de Europa, y nos dejan el final abierto, como concluyendo que el protagonista de la historia es el Hans del Berghof.

Hablaba del suicidio como tema, ya que su padre se deja llevar por la muerte repentina de su madre. Es como un suicidio encubierto. Su primo decide retornar a la vida militar, cuando aún no estaba curado, y los resultados se percipitan en un año. Se suicida Mynheer Peeperkorn por su vejez, su enfermedad, y su amor no correspondido en realidad. Se suicida uno de los duelistas. Y se suicida Hans, porque sabe que tiene pocas probabilidades de salir vivo de la guerra. En sentido figurado, también se suicida, porque decide no volver a su carrera de ingeniero.

Y de la muerte. Desde bien pequeño, la muerte ha flirteado con su entorno. Su madre, su padre, su abuelo. Lo instalan en una habitación recién desinfectada por fallecimiento. Decide acompañar con su primo a enfermos terminales. Mueren personajes muy próximos. Y el final deja traslucir que también él.

Gran libro. Para leerlo de nuevo. Sobre todo, las discusiones filosóficas, en las que no les llegas a sacar el jugo que tienen.

viernes, diciembre 29, 2006

BREVE HISTORIA DE LOS CELTAS


Ya que un vecino me pide que reseñe críticas literarias, os voy a tratar de hablar del último libro que he leído, que trata del mundo celta,


No. Me refiero a los celtas,


Pero no a esos, sino a estos,



Dentro de la colección “Breve historia”, uno de los libros se dedica al pueblo celta.

Pueblo cuyos orígenes datan alrededor del 3000 a.c., asentándose inicialmente en Hallstat (actual Austria) y La Tene (actual Suiza). A pesar de los cambios étnicos y geográficos sufridos, su influencia aún perdura, y estos últimos siglos se ha vuelto a rescatar del olvido sus historias y costumbres. Fueron uno de los pueblos más característicos, desconocidos y misteriosos de la humanidad.

El libro comienza con las historias de tres de sus más conocidos personajes:

- Viriato, caudillo lusitano, que hizo frente al invasor romano durante ocho años, y que logró una cierta unidad de las tribus celtas para hacer la guerra. Fue asesinado mientras dormía por tres de sus ayudantes. El libro abona la teoría de la traición alentada por el cónsul Cepión, pero no descarta que el motivo fuese el cansancio de la guerra. Posteriormente habla sobre el asedio a Numancia, a la que sólo pudieron someter tras años de intentarlo varios generales, mediante el bloqueo y el hambre.
- Vercingetorix, caudillo galo, el cual logró reunir varias tribus contra los romanos, y que fue vencido en la decisiva batalla de Alesia, con una táctica similar a la toma de Numancia.
- Boudicca, caudilla britona, que fue vencida por la organización romana, frente a la fuerza bruta celta. Y para evitar la humillación que debieron sufrir otros líderes celtas, como Vercingetorix, que estuvo preso seis años en Roma y luego fue asesinado en la entronización de Julio César como dictador, decidió suicidarse cuando vio la batalla perdida.

Posteriormente nos habla sobre la sociedad celta, con rasgos comunes dentro de las diferentes características de tiempo y geografía.

Empujados por otras tribus, los celtas se desplazaron hacia Francia, España, Este de Europa, Turquía, norte de Italia e Islas Británicas. Incluso llegaron a saquear Roma en el 390 a.c. y Delfos en el 270 a.c., y su desorganización y falta de previsión pudo cambiar la historia si no se hubiesen preocupado sólo de conseguir botines. Sufrieron la romanización en todo su ámbito, excepto en Irlanda. Lo que hizo que en esta isla perdurasen las costumbres celtas más tiempo.

Sus fiestas anuales, la importancia de la mujer en la sociedad, su distribución en clanes, la importancia de los bosques, considerados morada de los dioses, su comunión con la naturaleza y sus fuerzas sobrenaturales, la construcción de sus viviendas en lugares elevados para facilitar la defensa, su ruralismo centrado en la agricultura y el pastoreo, su metalurgia desarrollada, la brutalidad en sus acciones guerreras, la costumbre de coleccionar cabezas cortadas, preferentemente de bravos guerreros todavía con vida para retener su espíritu combativo, la tradición oral comunicada entre generaciones por los druidas, el triskel o visión trinitaria y no dualitaria, entre los extremos opuestos siempre había un estado intermedio vinculado con lo sobrenatural.

El cristianismo llegó a Irlanda de la mano de San Patricio, pero combatió al decadente druidismo (los druidas tenían funciones jurídicas, religiosas y médicas), y lo reconvirtió, hasta que el Papado impuso la normalización. Y ello no se logró hasta el siglo XII, tras las invasiones vikingas y normandas desde Inglaterra. El símbolo del cristianismo celta es la cruz cristiana con el anillo solar celta.

Los monjes fundaron monasterios en pleno bosque, no como en el resto de Europa, que se hacía junto a las ciudades, y gozaron de libertad mayor que los continentales. Lo que generó una notable actividad religiosa e intelectual, en un tiempo en que Europa estaba siendo arrasada por los bárbaros. Los monjes que salieron de los monasterios irlandeses recorrieron toda Europa, y se dedicaron a transcribir todas las leyendas, mitos y leyes celtas que estaban bajo la tradición oral.

La cultura celta se fue perdiendo por la romanización, las invasiones y la imposición centralista de los nuevos grandes estados. El celtismo quedó recluido a las clases rurales, y se disfrazó de cuentos infantiles, imágenes de la nueva religión, en la música popular y en costumbres ancestrales.

A partir de siglo XVIII se produce un rebrote de la cultura céltica coincidente en el tiempo con el romanticismo y las nuevas luchas nacionalistas, recuperándose y revalorizándose las lenguas gaélicas (bretón, córnico, galés, manés, escocés e irlandés). El espíritu celta ha pervivido incluso en pueblos que nada tienen que ver física y geográficamente con los antiguos celtas. Quizá sea una reacción a la globalización, un soplo de libertad favorecido por nuevas tecnologías como Internet, o por estilos musicales alejados de la corriente mayoritaria.

viernes, diciembre 22, 2006

BORN IN THE 60’S

No se trata de un remedo de la canción de Sting, Copeland y Summers, sino de un recuerdo para aquella generación nacida en los 60.

Se nos conoce como baby-boom, pues fue la década del siglo pasado con más nacimientos en España. O en algunos sitios, como el libro que acabo de leer nos llama “la generación de los chiripitifláuticos”, ya que todos conocimos con más o menos profundidad aquella serie televisiva de los 70. Los más veteranos, la primera edición con Locomotoro y el Tío Aquiles. Y los más jóvenes, la segunda con Poquito, Barullo y Leocadio.

Fuimos una generación con suerte, ya que nos encontramos la faena engorrosa hecha por los nacidos en las dos décadas anteriores. No fuimos protagonistas de la Transición, lo que se tradujo en que no tuvimos cotas de poder, ya que quien se lo había currado, o al menos vendía que se lo había currado, ocupó los puestos de privilegio. En el momento en que se erosione su labor, muy pocos de nosotros ocuparemos su sitio, y será la más preparada generación siguiente la que lo hará. Porque en la actualidad ejercen de tapón. Siguen en el poder, y no fomentan el relevo generacional. No lo harán hasta que la sociedad les obligue a dejar libre el sillón.

Sí, he apuntado uno de los contras: fuimos una generación-puente. Rompimos las reglas sociales, favorecidos por la apertura. Y no hubo ruptura generacional, pues nuestros padres hubieron de adaptarse a la nueva situación, como la homosexualidad, las relaciones sexuales tempranas o las parejas no matrimoniales. Pero también tuvimos que enfrentarnos con problemas nuevos sin la más mínima preparación. Drogas, Sida, aborto, falta de salidas profesionales tras pasar por la Universidad.

Además, la generación siguiente, educada en valores diferentes, empuja con mucha fuerza. Tienen la preparación necesaria en informática e idiomas que demanda el mundo laboral actual, y nosotros nos hemos tenido que ir adaptando a golpe de pedal. Aceptan en principio salarios menores, desplazando a la mano de obra más veterana a faenas menos especializadas. Y finalmente nos pasan por encima en los puestos de responsabilidad. Por eso se nos llama la “generación sandwich”.

Vivimos en primera persona cambios drásticos en la forma de vida. En las aulas sufrimos poco la disciplina de la época anterior, y fuimos experimentando paulatinamente la dulcificación de las maneras, ayudados por un profesorado joven con nuevas actitudes. El COU (Curso de Orientación Universitaria) no tenía nada de orientación, y la mayoría no teníamos claro lo que queríamos hacer después del bachillerato, ni se nos asesoró debidamente.

En la Universidad llegamos en un momento ausente de reivindicaciones, cuando en las dos décadas anteriores había sido un auténtico hervidero. En estas aulas hubo una auténtica masificación, llegando a sentarnos en el suelo o en las cornisas de las ventanas. Sufrimos un abandono de carreras grandísimo, y la propia ley universitaria no se adecuaba a la demanda laboral, con lo que muchos terminaban en trabajos que poco tenían que ver con sus títulos universitarios.

Criticamos a nuestros hijos que no hacen la calle. Se quedan en casa a jugar con sus maquinitas o a navegar por Internet, cuando nosotros nos pelábamos las rodillas y destrozábamos los pantalones jugando en la calle. Eran otros tiempos. Podías salir sin peligro a los solares que abundaban en nuestras ciudades, ahora ocupados por pisos de muchas alturas.

También los criticamos porque no saben valorar lo que tienen, ni el esfuerzo que supone conseguirlas. Antes la esposa se quedaba en casa a cuidar de la familia, y sólo entraba un sueldo para mantenerla. Ahora la mujer trabaja fuera, y la casa se cuida solidariamente (en teoría) entre el matrimonio, con la ayuda decisiva de terceras personas, normalmente los abuelos. Al entrar dos sueldos, los niños consiguen prácticamente todo lo que piden, cuando en nuestros tiempos muchos no llegamos a tener la tan deseada bicicleta hasta que conseguimos un sueldo propio.

Pasamos de ver la vida en blanco y negro, a verla con toda la escala cromática. Y no sólo en sentido televisivo. Nuestros recuerdos de infancia son la mayoría en blanco y negro. Nos abrimos a la vida con todo el esplendor del color primaveral favorecido por la relajación de la vida social y los corsés que imponían estigmatizaciones que producían la vergüenza ante el grupo por cualquier infracción de las costumbres sociales de la época (divorcios, madres solteras, ir a la iglesia, cumplir con sus preceptos,...)

Se nos tacha de generación comodona, poco comprometida. No es exactamente así. Crecimos en libertad y en una época de cambios vertiginosos. Los asumimos con total normalidad. Con desenfado, sin frivolidades. Y en cuanto al compromiso, somos la generación que activó y convivó con las ONG, las Fundaciones, el ecologismo, la libertad de la mujer, la libertad sexual, el fin del machismo y del clasismo. Nuestros valores son plenamente democráticos y de tolerancia. Quizá porque no crecimos en el revanchismo y en el odio generacional.

En política, llegamos tarde a la época de ruptura, y ver que la generación anterior sigue ostentando los resortes del poder sin a penas dejarnos las migajas, nos ha terminado por convertir en pasotas políticos. En escépticos compulsivos.

Sin embargo, a nivel cultural, aunque no existan muchos genios en nuestra generación, hemos sido muy activos, muy innovadores, muy creadores, aunque los resultados de todo esto fueran cortos en el tiempo. Pero dejamos huella. Y somos una generación culturalmente formada. Hemos sido los primeros en viajar por todo el mundo, con lo que eso supone de apertura mental de toda nuestra sociedad.

De todas maneras, la lectura no es negativa. Podemos gestionar el cambio generacional en el poder con total madurez, silenciosamente y sin rupturas. Y la falta de conflicto será beneficiosa para la sociedad.

Nos queda el regusto amargo de no ser reconocidos nuestros logros. Pero tampoco lo buscamos. Con ver crecer a nuestros hijos en un sociedad democrática, libre y más igualitaria, nos damos por satisfechos. Pero queda todavía mucho camino que andar.

jueves, diciembre 07, 2006

EL "ULISES" DE J. JOYCE


Sólo dos meses ha estado en mi lista de espera de lecturas el “Ulises” de James Joyce. Finalmente me he atrevido a leerlo, a pesar de los antecedentes de tantos lectores que lo dejaron en los primeros capítulos.

Ante todo debo decir que es un libro espeso, muy espeso. Si no te vas ayudando de los comentarios del prólogo, se te hace infumable. Leerlo en castellano hace perder sus juegos de palabras, y en cierto modo su musicalidad. Porque la tiene. Tiene un ritmo muy definido. Cada capítulo es diferente. La verdad es que es un libro ideal para leer más de una vez, porque cuenta tantos detalles, que con sólo una lectura te dejas muchos de ellos en el tintero.

Escrito en un estilo muy particular. Con frases cortas. Con preguntas y respuestas. Sin signos de puntuación. Con un lenguaje rebuscado. El libro es un icono en Irlanda, diría yo que más todavía que el Quijote para nosotros. Hay auténticos clubs de fans del libro y del autor.

Trata sobre la vida diaria de una persona muy normal. Todo el libro es una alegoría al Ulises de la Odisea, pero en ambiente y con personajes de principios del siglo XX en Dublín, con las inquietudes sobre el nacionalismo y la dominación inglesa. Pero no trata al personaje como un héroe, sino todo lo contrario: llega a ridiculizarlo, es cornudo, judío, triste, se masturba ante una chica joven, se recrea en la defecación, es humillado por todos, no está a la altura intelectual que presupone, es servilista.

Junto a este personaje, Leopold Bloom, el libro gira en torno a su mujer, Molly, que aparece en segundo plano en uno de los primeros capítulos, y en primera persona en el último. Y también en torno a Stephen Dedalus, un profesor que se gana la vida dando clases en un instituto. Stephen vive con dos compañeros, pero va a decidir dejarlos, en su búsqueda constante por una figurada protección paterna, ya que el suyo, viudo, tiene otros catorce hijos, y piensa más en emborracharse que en cuidar a su prole. Bloom ve en Stephen la reencarnación de su hijo perdido nada más nacer hace 11 años, o, más bien, al propio Bloom de joven. Y trata de acogerlo en su casa, pero Stephen lo rehúsa.

La referencia de cada capítulo a uno de la Odisea es constante, y tiene mucho de biografía del autor. Siempre hay paralelismos entre personajes de la obra griega y los del libro. Y ciertos detalles, como el día elegido para desarrollar la trama, que fue el día que el autor se citó por primera vez con su esposa.

Hace descripciones muy detalladas de los personajes, no ahorrándose detalles de mal gusto. Y de la vida y la miseria de la capital irlandesa. En este sentido, es de destacar el capítulo 10, Las rocas errantes, en que describe a 18 personajes muy diferentes entre sí, las rocas, y al final del capítulo, el gobernador inglés pasa con su carroza por delante de todos y cada uno de ellos, bordeándolos como si fuese un barco sorteando los arrecifes. Desconfía del nacionalismo irlandés, y a veces lo ataca con ironía. Hecho por el que fue muy criticado en su país, y motivo principal de su exilio.

También son destacables el capítulo 15, Circe, el más largo del libro, que es narrado en ambiente alucinógeno, el 17, Ítaca, muy curioso, porque está narrado en forma de preguntas y respuestas, y el último, 18, que es un soliloquio de Molly Bloom adormilada, que da su versión de la historia, y que termina aceptando de nuevo a su marido.

Quiero agradecer enormemente la ayuda prestada por mis compañeros Antonio S. y Eloy. Sin su ayuda no hubiera acabado este libro, y sin sus apuntes y sus resúmenes tan bien currados no habría podido entenderlo.