Adrian Borland formaría a The Sound de las cenizas de su anterior banda, The Outsiders, en Inglaterra el mismo año que sus compatriotas Joy Division editaban Unknown pleasures, en 1979. Surgidos en Londres cuando Londres era el momento y el lugar, puede que The Sound, al igual que The Chameleons y otros grupos excelentes de la época, queden para siempre en un segundo escalón, siempre ensombrecidos por la proyección a la postre histórica y multinacional de Joy Division. Así, The Sound se convertirían en un grupo de culto, maldito e infravalorado, donde el dramatismo vocal, las guitarras intensas y sugestivas y los hipnóticos teclados generaban atmósferas de ensueño, al alcance de unos pocos seguidores acérrimos.
The Sound es uno de los grandes grupos ocultos de la historia de la música. Tuvieron todos los problemas imaginables en una banda: drogas, desórdenes mentales, mala distribución de sus discos y problemas con sus discográficas. A todo esto se unía una falta de imagen y una ausencia de declaraciones más o menos llamativas en la prensa. No eran unos Echo and The Bunnymen, con los que se les tendía a comparar, con sus abrigos y peinados impecables y con un cantante como Ian Mcculloch, siempre dispuesto a dar titulares.
Su estilo se caracteriza por una sección de ritmo fuerte con oblicuas guitarras y partes de teclado sutilmente salpicadas con toques de color y textura, con un cierto positivismo, una fuerza aprendida a través de ensayos y pruebas de resistencia. En el disco, las canciones de The Sound son infundidas con una certeza de individualidad y separación, con todo lo que eso conlleva, pero siendo bien conscientes de las necesidades comunes en una época en que la separación se había visto acentuada a niveles letales.
Adrian siguió con su carrera en solitario, componiendo temas, editando discos bajo distintos nombres y colaborando con otros artistas, pero sobre todo, manteniendo una durísima lucha contra un trastorno esquizoafectivo que le sumía en temporadas de profundas y severas depresiones, una enfermedad que le causó un tremendo sentimiento de culpa al interferir, según él, en la carrera de The Sound.
Esa lucha tuvo un final muy previsible. Ni los tres anteriores avisos en forma de intentos de suicido (con una reclusión en un centro psiquiátrico en una de esas ocasiones) disuadieron a Adrian de apartar la medicación que tenía prescrita mientras ultimaba la grabación de su nuevo álbum. La explicación que dio para ello es que las pastillas le sumían en una nebulosa que le impedía pensar con claridad, y necesitaba estar en plenas facultades para trabajar. Ese intento de buscar lucidez en las sombras le condenó de manera definitiva sumergiéndole en un brote muy agudo de depresión. Quizá fue el miedo, quizá fue el dolor, pero Borland puso fin a su vida el 26 de abril de 1999 lanzándose a las vías de la estación de Wimbledon durante el paso de un tren.
En muchas de las letras de sus canciones, Borland reflejó esa lucha que tuvo con su enfermedad, en especial en canciones como Fatal flaw o Possesion, en las cuales consigue que el oyente sea capaz de empatizar con su estado de ánimo. Otras, como Silent air, transmiten una melancolía, pero de una forma tan contenida que es difícil de encontrar algo similar en grupos de esa época, donde valía todo para conseguir impacto emocional.
From the lion's mouth fue su segundo trabajo, editado en noviembre de 1981 por Korova. Precedido por el moderado éxito logrado con Jeopardy (también editado en Korova un año antes), este álbum refleja mejor que ningún otro la dicotomía que ungía el interior de su principal compositor. Es cierto que posteriormente oscurecerían y retorcerían su sonido con el sucesor de este segundo trabajo (All fall down, Warner Bros, 1983), un trabajo frío y austero con sonidos más experimentales y oscuros que respondía más bien a la protesta del grupo por la exigencia del sello para que compusieran temas más abiertamente comerciales, precisamente haciendo lo contrario que esperaban de ellos. Por calidad, el segundo trabajo de la banda tenía todas las papeletas para convertirse en la catapulta que les elevara a los altares del género.
Desgraciadamente no lo fue nunca para The Sound, y en una de esas crueles y extrañas ironías del destino, todo fueron parabienes por parte de la crítica, pero sin cuajar entre el público y el mercado, no consiguiendo, pese a las positivas críticas, sacar al grupo de su estatus de culto. El trastorno que afectaba a Adrian Borland parecía haber tomado el mando durante la composición de los temas que formarían este From the lion's mouth: momentos de lúgubre lucidez, desesperanza y hastío vital que se combinaban con lo opuesto, con las ganas de ver la luz al final del túnel, con la actitud de no rendirse ante las adversidades, convirtiéndose en la predominancia de un álbum bello y catárquico, pero también hiriente y punzante. El mejor ejemplo se da nada más empezar con los mágicos teclados de Winning y el estribillo rezando "I was going to drown/ Then I started swimming", dolorosamente premonitorio y fatal, ofreciendo la otra cara de la moneda en la crudeza y desnudez de la demoledora simpleza del estribillo de Skeletons y su "We’re living like skeletons".
Esa dualidad es la seña de identidad de un trabajo que se cimentaba en la base del post punk, donde hay bajos que se preñan de la herencia de Joy Division (Possession), pero que también galopan hacia adelante, desbocados (The fire). En la vertiente más abiertamente pop y coqueteando con la new wave, hay verdaderas obras de orfebrería refulgiendo melancolía y sencillez (Silent air), o perfectos crescendos rebosando épica marcializada como el cierre del disco, New dark age. Los diez cortes (más uno incluido en la última pista en la reedición de 2002) que conforman este From the lion's mouth son de una belleza tan arrebatadora como lacerante.
Este segundo álbum de The Sound ha sido comparado con Closer de Joy Division y The Holy Bible de los Manic Street Preachers por el espíritu desesperanzado y depresivo de las letras, y es hasta cierto punto acertada la comparación, ya que al igual que Ian Curtis y Richey Edwards, Adrian Borland también padeció problemas fuertes de depresión, Borland y Curtis se quitaron la vida, Edwards desapareció misteriosamente y el lugar donde se pierde su rastro es un sitio donde muchas personas se quitan la vida cada año. Adrian Borland tuvo una carrera solista que duraría más de 10 años después de la disolución de The Sound, además de múltiples proyectos con otros músicos, y su carrera terminaría con su prematura muerte a la edad de 42 años.
El título del disco hace referencia a un episodio de la biblia donde el profeta Daniel es echado en el foso de los leones, siendo salvado por Dios de cualquier daño, gracias a su fe, y es que la fe es un tema recurrente en las letras de Borland, la fe en él mismo, en su talento y sus fuerzas, su música salvándolo de los leones de su propio espíritu conflictivo: la dualidad bien/mal manifestada en las figuras de Dios y el diablo, la culpa y la redención: "What are we going to do/ While we still got the strength to move?"
La imagen de portada hace referencia episodio bíblico que da nombre al álbum, es una pintura titulada Daniel in the lions den de Briton Rivière.
En From the lion's mouth, la banda liderada por Adrian Borland nos presenta un post-punk con bases de bajo muy lineales y simples, consiguiendo de esta manera un sonido que muchos años más tarde sería llamado "rock alternativo", en el que empieza a notarse ese balance entre estilo y ritmos pegadizos, que no salen de los ritmos simples de batería de 4/4, pero increíblemente suenan realmente geniales, y donde se realza sobremanera la voz de Borland, dándole un toque melódico especial.
From the lion's mouth se valió del sonido ambiental de la banda, de su capacidad para cubrir sus accesibles canciones con toques de buena producción, que no ocultaban el rock sólido donde fueron construidas. Con este disco tocaron su techo compositivo. Otra ronda de reportajes positivos y otra ronda de indiferencia general del público, aunque se estaba gestando su definición como grupo de culto.
Desde la primera a la última canción el disco envuelve al oyente en una atmósfera muy oscura, en la línea del grupo de Ian Curtis, con sonidos más bien pausados, ritmos bien llevados y una ejecución vocal muy digna y bien realizada. Borland describió el álbum como "el más pulido y probablemente nuestro álbum más comercial, con algunos de las más grandes canciones del grupo".
Skeletons, una notable canción que tiene uno de los coros más impactantes hechos por The Sound (“We’re living like skeletons"), realiza, alegóricamente, una pesimista visión de una humanidad muerta en vida (por razones no expresadas) sin tener la posibilidad de resucitar (en el sentido cristiano) o de trascender de alguna forma. De este modo, la tierra y el infierno serían lo mismo.
Judgement y Fatal flaw, de profundo carácter introspectivo y excelente desarrollo musical, revelan la angustiosa certidumbre de que tarde o temprano tendremos que hacernos responsables de nuestros errores u omisiones (Judgement) y de que existe, en alguna misteriosa dimensión de la realidad, algo no especificado (¿el mal?) que nos separa de las cosas y los seres, creando una herida interior que no cesará nunca de sangrar (“A fatal attraction/ been growing away from the light/ and I can’t come back now" en Fatal flaw).
Pero esta atmósfera reflexiva se rompe abruptamente con las dos enérgicas canciones siguientes: Possession y The fire. Éstas, en las que reaparece la fuerza punk mostrada por The Sound en Jeopardy, muestran a un Borland enajenado que declara, no exento de ironía, de que está poseído por un demonio y un Dios a la vez (Possession) y de que él es “una víctima entusiasta de las circunstancias" en The fire, ya que él se conducía de acuerdo con su “corazón", lo que supone un tragicómico testimonio de la ceguera del hombre que en realidad se perjudica al hacer lo que considera correcto.
Pasado este ventarrón sonoro, aparece Silent air, el tema más conmovedor y lento del álbum, en el que The Sound manifiestan, por única vez, una cierta posibilidad de comunicación, lo que supone una pequeña victoria sobre la oscuridad imperante (a pesar del paisaje desalentador con el que comienza: “Thunder in the air/ before a storm that rips/ anger in my heart, a finger on my lips"). Esta mínima victoria consiste en la revelación por parte de un otro desconocido (¿un amigo? ¿alguna amada? ¿la naturaleza? ¿Dios? ¿el mismo hombre?) del fracaso del lenguaje humano para dar cuenta de los fenómenos del mundo circundante, para interpretar los misterios del universo y, por lo tanto, del poder del silencio que aún lo engloba todo (“Words end in disaster/ on the rocks, in pieces/ I know something lives on there,/ but I can’t say what it is", y el coro “You showed me that silence,/ that haunts this troubled world/ You showed me that silence/ can speak louder than words").
El disco culmina con New dark age, una escalofriante canción de ritmo marcial que anuncia la llegada del fin de los tiempos y de la muerte definitiva de la vida. En ésta, Borland, como si fuera un vidente o un profeta, describe cómo los hombres intentan resguardarse en lugares seguros frente a la amenaza de un enemigo indescriptible que sólo puede denominarse como Ellos (“They"), cómo éstos quebrantan la fe de los hombres que por años rasguñan los muros que los encierran hasta romperse los dedos, cómo estos Ellos queman “brujas" en el “monte del castigo", cómo el aullido de los perros perfora el aire enrarecido… una canción de estas características sólo tiene precedentes en The eternal de Joy Division y en Negativland de Neu! Final consecuente para una banda que hizo de su música la exposición de la tragedia.
From the lion's mouth fue bien recibido por la crítica tras su lanzamiento. Mike Nicholls de Record Mirror escribió, "The Sound parecen empezar donde Joy Division lo habían dejado y se convierten en los salvadores de la adusta brigada adolescente". Steve Sutherlans de Melody Maker comentó sobre el tono más brillante y más comercial que el álbum Jeopardy, llamándolo un "Jeopardy, pero como producto más aceptable".
En su artículo retrospectivo "Unspun heroes", NME elogió el álbum como "subestimado" y un "documento feroz y vital". Uncut lo describió como "una obra monumental de la angustia del rock 'n' roll", y como el mejor álbum de The Sound. The Big Takeover lo consideró "tan impecable como discretamente inquietante".
Fuentes: http://www.suicidebystar.com, http://cronicas-melomanas.blogspot.com.es, https://en.wikipedia.org, http://www.allmusic.com, http://brittleheaven.com, http://www.amazon.com, http://produccioneswoofer.blogspot.com.es, http://www.storiadellamusica.it, http://www.taringa.net, https://perlasmusicales.wordpress.com, http://mohorte.net, http://www.woodyjagger.com, http://musica-prohibida.blogspot.com.es, http://tired-sounds.blogspot.com.es, http://rincondesconexion.blogspot.com.es, http://discos-basicos.blogspot.com.es, http://www.superiorviaduct.com
Listado de canciones:
1.- Winning
2.- Sense of purpose
3.- Contact the fact
4.- Skeletons
5.- Judgement
6.- Fatal flaw
7.- Possession
8.- The fire
9.- Silent air
10.- New dark age
Vídeos:
Winning - The Sound
Sense of purpose - The Sound
Contact the fact - The Sound
Skeletons - The Sound
Judgement - The Sound
Fatal flaw - The Sound
Possession - The Sound
The fire - The Sound
Silent air - The Sound
New dark age - The Sound
Extraordinario disco, extraordinario grupo. Menos mal que alguien se acuerda de ellos. Un abrazo, amigo.
ResponderEliminarClaro que me tengo que acordar de ellos. Si son uno de mis grupos favoritos, Borland uno de mis héroes y este disco uno de mis superfavoritos.
ResponderEliminarSobre el disco, decir que me encanta del primer al último surco, con algunas canciones clásicas, no sólo de Borland y su grupo, sino de la historia de la música.
Un abrazo, Johnny
Es un grupo que afortunadamente la política comercial no ha devorado (como a los the cure, por ejemplo) y se encuentra a salvaguarda en esta reserva que es la música de culto. Extraordinario tu trabajo de recopilación
ResponderEliminarUn abrazo