PERSONAJES DEL TEBEO (3)
Carlos Conti
Carlos Conti Alcántara (Barcelona, 28 de agosto de 1916 - 15 de septiembre de 1975) trabajó en los años 30 como agente de seguros, actividad que fue interrumpida por la Guerra Civil, durante la cual combatió en el ejército republicano. Tras la contienda, colaboró como ilustrador para varias revistas (entre ellas la recién aparecida Hola). En 1949 comenzó a publicar en la revista Pulgarcito la serie que le daría mayor celebridad, El loco Carioco. Otros personajes suyos nacidos en estos años fueron: Mi tío Magdaleno (1951), Apolino Tarúguez, hombre de negocios y La vida adormilada de Morfeo Pérez (1952). Esta última era una serie inusual en los tebeos de la época, ya que ponía en escena las alocadas ensoñaciones del mediocre protagonista, si bien la última viñeta lo devolvía inexorablemente a su frustrante realidad.
Además de su labor como creador de historietas, Conti se especializó en la creación de chistes gráficos para varias revistas de la Editorial Bruguera. En 1957, junto con Peñarroya, Escobar, Cifré y Giner, también dibujantes de la editorial, crea una empresa independiente que publica la revista Tío Vivo, en la que Conti oficia de director artístico. Tras el fracaso de Tío Vivo, continúa colaborando para Bruguera, con personajes como Don Alirón y la ciencia-ficción (1969) y El doctor No y su ayudante Sí (1970). Es el autor de los primeros guiones para Superlópez, de Jan.
También colaboró en ABC, Blanco y Negro, Leyendas Infantiles, El Coyote, TBO y muchas otras revistas.
EL LOCO CARIOCO
El loco Carioco es una serie de historietas que aparecieron por primera vez en 1949 para la revista Pulgarcito, y protagonizada por el personaje homónimo. Más adelante se publicaría también en otras revistas, como Súper Pulgarcito y El DDT.
Carioco, el protagonista de la serie, es un loco con residencia habitual en el manicomio, del que se escapa frecuentemente para correr estrafalarias aventuras. En su apariencia física destaca sobre todo su mata de pelo, con una obstinada tendencia a erizarse. Suele vestir traje y corbata. La locura de Carioco es más bien amable: ayuda frecuentemente a los demás, especialmente a las damiselas desamparadas; tiene rasgos excéntricos como pescar con escopeta o cazar con caña, y muestra un sorprendente sentido del humor.
Carioco carece de familia o amigos. En la serie apenas hay personajes secundarios fijos, excepción hecha del director del manicomio y del psicoanalista de Carioco.
Carioco, en historias autoconclusivas, se ve inmerso en situaciones de cierto absurdo, a veces ingenuas, en donde se juega con la ubicación en la sociedad de un tipo ausente, en su mentalidad, de la misma, chiflado, alienado o friki, de carácter contestatario, un tanto fermentado, y con ideas que bordean el surrealismo, haciendo muchas veces referencia sus peripecias a su propia naturaleza de peronaje de historieta.
La creación de este personaje, marginado social e incomprendido debido a su locura, obedece a la tónica general de la revista de incluir series de carácter realista y social con un humor marcadamente adulto que se irá diluyendo desde mediados de los cincuenta con las nuevas normas sobre publicaciones infantiles y derivando a un humor más inofensivo y supuestamente acorde con la mentalidad infantil. Carioco llegará a ser una designación popular para aquel que se sale de la norma establecida y opta por una irreflexiva manera de enfocar la vida.
APOLINO TARÚGUEZ
Apolino Tarúguez, ideado por Conti a comienzos de los años 50, cuenta en su empresa con un secretario personal llamado Celedonio. La conexión entre los dos es la base de esta historieta que refleja las situaciones laborales con conflictos humorísticos surgidos de la relación jerárquica entre empleador despótico y empleado sumiso.
Apolino Tarúguez y su secretario (1951) trata sobre la arquetípica relación de un jefe brutal y un oficinista débil y apocado llamado Celedonio. Apolino representa la violencia del vencedor ejercida sin ningún tipo de escrupulos sobre los débiles y los humildes, los auténticos perdedores de la postguerra, obligados a encajar golpe tras golpe sin derecho de réplica.
Pero el tiempo se encarga de poner las cosas en su sitio, y Apolino y su empleado fueron evolucionando al compás que la legislación laboral y los sindicatos mejoraban los derechos de los trabajadores, y los papeles se fueron inviertiendo paulatinamente: Celedonio agudiza su ingenio para sacar beneficio y chasquear a su cada vez más anodino jefe.
La serie tuvo una larga andadura tanto en el DDT en sus sucesivas etapas hasta el cierre de la editorial, como en el Tío Vivo de 1957, o, como fue norma de la casa , en multitud de revistas especiales que nutrían buena parte de su contenido mediante las reediciones.
Es el autor de los primeros guiones para Superlópez
ResponderEliminarSólo por eso merece ser reconocido a nivel mundial.
Little