viernes, abril 04, 2008

PERSONAJES DEL TEBEO (17)


FRANCISCO IBÁÑEZ (1)


Francisco Ibáñez Talavera (Barcelona, 15 de marzo de 1936), es un historietista español, creador de multitud de series humorísticas, como la popular Mortadelo y Filemón. En España, muchas de sus series se perciben todavía como un icono esencial de varias generaciones y muchos otros dibujantes de cómic posteriores reconocen su enorme influencia.

Francisco Ibáñez trabajó en un banco mientras publicaba sus primeros dibujos, hasta que en 1957, decidió dedicarse por completo a la historieta y entró a formar parte de la plantilla de la editorial Bruguera, de la que se convertiría en uno de los autores clave.
En 1958 aparece la primera entrega de Mortadelo y Filemón en la revista Pulgarcito. Desde entonces y durante la década de los años 1960, Ibáñez va creando algunos de sus mejores personajes para diferentes revistas de la editorial: La familia Trapisonda (Pulgarcito, 1958), 13, Rue del Percebe (Tío Vivo, 1961), El botones Sacarino (El DDT, 1963), Rompetechos (Tío Vivo, 1964) y Pepe Gotera y Otilio (Tío Vivo, 1966).

En 1985 Ibáñez abandonó la editorial Bruguera y comenzó a trabajar para Grijalbo. Bruguera se había quedado con los derechos de sus personajes, de modo que Ibáñez tiene que crear nuevos caracteres para la revista Guai!: así nacieron Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo y más tarde 7, Rebolling Street.

En 1988 entró a formar parte de Ediciones B, editorial que heredó los derechos retenidos por Bruguera y desde entonces realiza seis nuevos álbumes de Mortadelo y Filemón por año donde aparecen abundantes elementos de la actualidad y de las modas del momento en que los crea.

En 1994 recibió el Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona por conjunto de su obra y en 2001 le fue otorgada la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.


INCREÍBLE PERO MENTIRA

Increíble pero mentira era una parodia de las secciones que pululaban por los semanarios de la época, al estilo de Aunque te cueste creerlo, publicada en Pulgarcito, secciones muy habituales en los 50 y principios de los 60, con objetivo didáctico o sólo para causar sorpresa en el lector, solían aparecer como texto acompañadas de alguna ilustración. Contenía viñetas con chistes, o mejor dicho, exageraciones sobre situaciones cotidianas, pero surrealistas, absurdas pero hilarantes, y a menudo con final desastroso para los protagonistas. Una sátira despiadada de costumbres y tópicos, llevados hasta tal extremo, que se puede considerar a esta serie como una de las más originales de la época, y que posteriormente sería copiada hasta la saciedad.

ANDE RÍASE USTÉ CON EL ARCA DE NOÉ

La serie narra historietas de dos personajes que tenían una tienda de animales, en la que suceden todo tipo de peripecias.

GODOFREDO Y PASCUALINO VIVEN DEL DEPORTE FINO
Godofredo y Pascualino viven del deporte fino que iba sobre dos que tenían una agencia de management deportivo y siempre el jefe que era Godofredo mandaba a su ayudante Pascualino contratar a algún deportista y el otro siempre metía la pata.


LA FAMILIA TRAPISONDA, UN GRUPITO QUE ES LA MONDA

Similar a La familia Cebolleta, pero despojada de la demoledora crítica de la institución que hace Manuel Vázquez. La comicidad reside en la interrelación de los personajes. Tanto Cebolleta como Trapisonda, historieta de Ibáñez, mantienen un esquema similar: el cabeza de familia (Don Rosendo y Pancracio) se muestra tiránico con la familia y adulador con el jefe, pero siempre acaba siendo víctima de su abuso de autoridad.

La familia Trapisonda, un grupito que es la monda fue creada en 1958, apareciendo por primera vez en julio en la revista Pulgarcito. En este tebeo, muy influenciado por La familia Cebolleta de Manuel Vázquez (creada en 1951), uno de los dibujantes y guionistas más admirados por Ibáñez, se recrean las peripecias humorísticas de una familia de clase media, con el protagonismo-víctima principal de un hombre llamado Pancracio, y la presencia de un perro, Atila, la mar de ácido. También salen la hermana de Pancracio y los sobrinos Felipín y Sapientín.

Por si existen dudas, el famoso abuelo que daba la paliza con las batallitas era de la familia Cebolleta, no de la Trapisonda, palabra escogida para definir la esencia de los problemas de la simpática parentela: bulla, lío o riña. Por un lado, los perros tienen una mala idea terrible. Siempre piensan critican a su amo o a los humanos. Y siempre se niegan a obedecer. El caso más claro es Atila, el perro de La Familia Trapisonda. ¿Qué gracia tendría leer La Familia Trapisonda sin ese perro?

Otro detalle interesante de La Familia Trapisonda: al principio los adultos no eran hermanos, sino matrimonio, y no eran tíos de los dos niños, sino padres de uno de ellos (el que tiene pelo), y tíos del otro (el calvo de las gafas). Los Cebolleta y los Trapisonda constituyen las dos grandes franquicias familiares “de clase media” de los tebeos Bruguera en el recuerdo del público lector mayoritario (por encima en popularidad de la que podríamos considerar “historieta de culto”, la surrealista familia Pepe (de Iranzo) o de las familias “especializadas”de Vázquez: la rural (Gambérrez) y la calé (Churumbel) y, por supuesto, de otras familias de recuerdo casi marginal, como la familia Repanocha, de Tran). Por aumentar el alcance de la analogía con los grupos familiares macabros de la pequeña pantalla, tal vez se podría entrever en el trabajo de Vázquez algo de la mordacidad de los Addams, mientras que el humor de Ibáñez se correspondería mejor con las bufonadas de los Munsters.

En un intento de dotarle de algún rasgo de originalidad, Ibáñez convierte a Pancracio, el cabeza de familia prototípico (prácticamente idéntico a Rosendo Cebolleta) en bombero, pero este oficio cada vez cobra una menor presencia en las historietas y no pasa mucho tiempo antes de que Pancracio comparta con Rosendo una ocupación más sosegada, de oficinista, y su interés pase a concentrarse, normalmente, en leer el periódico en un butacón. Por lo demás, los miembros de ambas familias son prácticamente intercambiables, con la excepción del abuelo Cebolleta, que no encuentra émulo en los Trapisonda. La mascota parlante, el loro Jeremías de la familia vazqueña, pasa a ser un perro pensador, Atila, emisor de comentarios sarcásticos bastante demoledores. Fundamentalmente, se trata de ofrecer un retrato del modelo familiar medio de la sociedad española, basado en la ineptitud manifiesta de su cabeza visible.


7, REBOLLING STREET

La editorial Bruguera (que publicaban la obra de Ibáñez: 13, Rúe del Percebe, Mortadelo y Filemón, etc.) cerró, y todos sus autores se quedaron en la calle. Los personajes que publicaban en la editorial pertenecían a la misma, pues registraban los personajes a su favor y no al del autor. Estando los dibujantes en la calle y sin sus personajes, se buscaron la vida en otras editoriales. Entonces Ibáñez empezó a publicar en la editorial Grijalbo, en la revista Guai!, donde hizo dos series: Chicha, Tato y Clodoveo y 7, Rebolling Street. Ésta última es igual que la 13, Rúe del percebe, donde desaparece el muro de un edificio para que podamos ver los hogares, donde en cada casa hay un chiste. La diferencia de la 13 Rue con la 7 Rebolling, es que esta última ocupaba dos páginas en lugar de una.

Las dos series de Ibáñez en Grijalbo tienen mucha mano negra, es decir, que son apócrifas. Autores que han sido dibujantes de estas dos series lo han comentado, y a veces con guiones propios de Ibáñez, pero en su mayoría texto e ilustraciones de otros dibujantes. A finales de los 80/principios de los 90, es cuando más mano negra hay en la obra de Ibáñez (y de otros dibujantes como Vázquez), tanto en Grijalbo como en Bruguera. Se comenta que los primeros números de éstos recopilatorios son íntegramente de Ibáñez.

En las historietas se puede ver, entre otros, un científico loco, un bar, una oficina…aunque no resulte tan carismático como su predecesor, es también una excelente historieta humorística que mantiene el espíritu del gag de una sóla viñeta. El gato y el ratón, así como el ascensor, son los mismos que en la mítica Rue.


TETE COHETE

Tete Cohete es el hijo de un vecino de Mortadelo. Este lo ha llevado a la TIA para que vea la organización por dentro. Tete Cohete es muy aficionado a la mecánica, a los coches y a los motores. Por culpa de ese hobby causará el caos dentro de la TIA.

Tete Cohete es un joven alocado y bastante pasota, obseso de los proyectiles, los petardos y en general, cualquier cosa que explote. De esta afición suya provienen la mayoría de los gags, resueltos a base de enfrentar a Tete con diversos personajes que sufren las consecuencias de su peligrosa afición. Compartió alguna historieta con Mortadelo y Filemón.

CHICHA, TATO Y CLODOVEO, DE PROFESIÓN SIN EMPLEO

Al igual que la 7, Rebolling Street, Chicha, Tato y Clodoveo es la otra serie que Ibáñez hizo en Grijalbo. La editorial Bruguera cerró, y como la misma tenía los personajes registrados a su favor en lugar de al de los autores, los dibujantes tuvieron que buscar otras editoriales donde publicar nuevas cosas para poder comer.

Estando los dibujantes (y claro, los personajes también, pues Mortadelo, Filemón y los otros no se podían publicar en otro sitio) todos en paro, Ibáñez creó a estos tres personajes, Chicha, Tato y Clodoveo, donde sus aventuras comienzan en la cola del paro... y también finalizan. Un humor muy Ibañesco, que recuerda mucho a Mortadelo y Filemón. Una serie llena de detallismo dibujístico (a veces un poco repetitivo). Como curiosidad, los primeros números estaban coloreados a mano, con acuarelas, y más tarde ya se pasó a los colores planos de las planchas.

Chicha es la chica del grupo, es muy rockera, y siempre está chistando los dedos y gritando ¡Mucho, Marcha, Ritmo!. Pero que sus pelos no le engañen, viene de una familia aristócrata. es un personaje más innovador que retrata la estética de los jóvenes de entonces y, particularmente, del movimiento punk o la movida madrileña.

Tato es el bajito del trío, y es miopillo como un ladrillo. Es como si fuera Rompetechos, es bajito y no se ve bien. Fue picapedrero y boxeador.

Clodoveo, que es el nuevo Mortadelo, pues es transformista. A pesar de ese don que tiene, solo se transforma en cosas en los primeros números. Como sus padres, trabajó en un circo. No, no era payaso, sino equilibrista.

Joro. El trío de personajes cuando no están en la cola del paro, están en el bar Joro. Joro es el dueño del local, y Chicha, Tato y Clodoveo les debe dinero desde hace diez años. A pesar de ello, siempre van al mismo bar y lo intentan engañar para beber y comer. El que el dueño se llame Joro tiene la gracia de que en el rótulo dice: Joro Bar.

Curiosidades:

-Como Ibáñez, sus personajes, se fueron al paro al cerrar Bruguera, podemos ver a Mortadelo, Filemón, Rompetechos, Pepe Gotera, Otilio y muchos otros en la cola del paro donde están Chicha, Tato y Clodoveo.

-En otra aventura, vemos a la pareja más famosa de la TIA limpiando parabrisas en un semáforo para ganarse la vida.

-En la aventura El negociete, Chicha, Tato y Clodoveo tienen que poner a salvo el dinero de la editorial Grijalbo.


EL DOCTOR ESPARADRAPO Y SU AYUDANTE GAZAPO

El mismo dúo tragicómico de Pepe Gotera y Otilio trasladado aquí al ambiente sanitario. Son, en cierto modo, una parodia del Dr. Frankestein. Resulta esto aún más evidente ante el comportamiento a veces sádico e inconsciente de Gazapo.


DOÑA PURA Y DOÑA PERA, VECINAS DE LA ESCALERA

Dos solteronas, una anciana y otra rondando los cuarenta, que son vecinas en un inmueble. Se trata de la enésima reinvención del dúo personaje-con-mala-leche-y-pocas-luces-que-reparte-mamporros contra personaje-ingenuo-que-hace-travesuras que tan buenos resultados ha dado siempre a Ibáñez, aunque este no sea, quizá, el mejor ejemplo…


CABEZA DE AJO, EL PENÚLTIMO NAVAJO

Se trata de una serie basada en el mecanismo incombustible del payaso tonto-payaso listo que ha servido de fundamento a infinidad de rutinas cómicas, desde el circo, pasando por las variedades, y llegando al cine, a la televisión y a las historietas. Ibáñez la ha usado con machacona insistencia y siempre con comprobada eficacia. El payaso listo tiene siempre la función de ejercer la autoridad y el payaso tonto es el subordinado. Este esquema, aplicado a distintos ámbitos, lo encontramos en Mortadelo y Filemón, Pepe Gotera y Otilio, Godofredo y Pascualino, El doctor Esparadrapo y su ayudante Gazapo, en El Arca de Noé y, también, en El botones Sacarino, aunque en esta serie se dé la peculiaridad de que el payaso listo está subordinado a otro aún más listo y más despótico, de forma análoga a como sucedió en la de Mortadelo cuando ingresaron en la TIA y Filemón dejó de ser la cúspide del escalafón.

Pues bien, Cabeza de Ajo se inserta limpiamente en el mismo esquema de pareja cómica en la que esta vez el jefe es un jefe indio. El western, como género, ha desaparecido, prácticamente, del mundo del entretenimiento. En los últimos años cincuenta y primeros sesenta, tras haber recuperado algo de vigor para el cine (ganando en profundidad y pretensiones), se había enseñoreado de la naciente televisión y, de rebote, había proliferado en los tebeos. De este creciente interés debió provenir la idea de que Ibáñez hiciera una serie del género, pero por alguna razón, no tuvo continuidad. El mundo de los indígenas norteamericanos está tópicamente plasmado, más allá de la cita del título a Fenimore Cooper, recibiendo el tratamiento cómico propio de Ibáñez, basado en subrayar detalles algo grotescos. La principal especialidad de su personaje protagonista radica en su afición a cantar infantiles tonadas de comba, buscando la presunta comicidad del contrate con su condición de aguerrido piel roja. Su estructura recuerda poderosamente la que utilizó de forma casi invariable durante décadas para las historietas de portada de las revistas semanales que, a partir de Mortadelo (desde su fundación, en 1970) dibujó. Estructura que descansaba sobre el peso de una viñeta final de gran tamaño en la que se producía una revelación sensacional que ponía al descubierto la estupidez desarmante del personaje cómico (el payaso tonto de turno).

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